La gran marcha del pequeño ejército de Tarl se encontraba pasando a las orillas de la Costa de Lanzas, fue cuando lograron ver por primera vez las puertas hacia el infierno.
Frente a ellos el enorme bosque verde que refugiaba al gran Imperio Ork Kus Kahn, aquel lugar al que podían llamar hogar, ahora era un blasfemo e infernal lugar donde las peores pesadillas se retorcía.
*Bosque Infernal.
Los grandes árboles rebosantes de vida silvestre se convirtieron en abominaciones híbridas, encarnándose con los seres vivos dando repugnantes monstruos que abarcan kilómetros y kilómetros de terreno, con gran agonía gimen, lloran y lamentan su terrible destino.
Hiperventilando y con muchas lágrimas en los ojos la Jefa de Magia gritó.
Yuzari: - ¡¿ Que mierda paso aquí!? -.
Cayendo de rodillas al suelo, el resto del grupo igualmente impresionado se quedó sin palabras retrocediendo un poco, mientras otros caen rendidos.
Tras de estas abominaciones corteza y carne, el Emperador podía sentir como distintos seres se movían, algunos de manera aleatoria, como si estuvieran perdidos, mientras otros pareciera que se encontraran aún combatiendo.
Lamentablemente Tarl no lograba saber más que eso, podía ser Demonios o sobrevivientes de su propio pueblo, lo que era cierto es que de entre estas ramas carnosas que supuran maloliente sangre, surgen seres demoníacos los cuales no vacilan en atacar a cualquier ser que se acerque.
Era probable que por esta razón el número de Demonios aumentaba mientras se acercaban a su Imperio, pues esta ahora es la fábrica putrefacta de estas entidades, las mismísimas Puertas al Infierno.
Tarl: - ¡Nuevamente los dioses han jugado a nuestra contra! -.
Vociferó fuertemente.
Tarl: - ¡Frente a nosotros se encuentran las puertas hacia el averno, más allá de estas solo se encuentra la muerte!-.
Con rabia miraron aquel maldito terreno, aquel hogar arrebatado.
Tarl: - ¡Quien desee continuar con su vida es libre de retirarse ahora, prometo no darles caza o castigo! -.
Sorprendidos se miraron unos a otros, susurrando palabras entendibles a la distancia del viejo Orco.
Tarl: - ¡ Pues quien me siga hasta el corazón del infierno será bañado en abundante dolor, olvidado por los mortales como simples bestias, pero glorificado por los inmortales como los guerreros que voltearon de cabeza el inframundo y plantaron la semilla del terror en el corazón de todos los Demonios! -.
Rugió mientras levantando su lanza al mismo tiempo que corría en dirección al bosque, no planeaba voltear hacia atrás, su Imperio había terminado, ya no era el emperador de nada, esto solo será un combate en el que seguramente su victoria llegará hasta que su cuerpo sea completamente reducido a polvo.
Huir era tonto, los Demonios seguirían apareciendo hasta inundar el planeta, ademas ya no existían los otros héroes por lo que a nadie podía pedir ayuda, y recordando como es la Diosa de la Reencarnación seguramente no enviara a nadie más esperando que todo este planeta se vaya al carajo.
Tarl: - Sobreviví a los Héroes, derrote a los Reyes Celestiales, ahora me enfrento al Infierno mismo -.
Miro el cielo con desagrado, realmente ¿cuánto deseaba los dioses hacerlo sufrir?, ¿cuánto debía perder para satisfacerlos?, o ¿solo era casualidad su trágico desarrollo?.
Pensando en todo esto, recordé que algo similar había sucedido cuando él Oni Ferro Fi Zou destrozó su capital, se arrojó lleno de furia y murió sin saber que varios de sus compañeros seguían con vida.
Claro que ahora no era exactamente lo mismo, pues se encontraba mucho más calmado que aquella vez, sin duda su lado No-Muerto le ayudaba a pensar con la cabeza más fría, sin contar que posee actualmente nuevas habilidades y la lanza "Astro Rey".
Mientras pensaba en todo esto varios pasos se escucharon detrás de él, por el sonido de estos entendió que no todos desean seguirlos, y la verdad no los culpaba, pues muchos ya se encontraban en sus límites físicos y dirigirse voluntariamente a su muerte no era tampoco algo sencillo.
Desaceleró su paso dejando que lo alcanzaran, en ese momento sintió como alguien trepó por su espalda sujetándose de sus huesos que salen de su espalda.
Yuzari: - No puedo dejarle solo ni a usted ni a él, aunque probablemente ya no se encuentra entre nosotros, moriré de la manera más grandiosa posible como seguramente Bomper lo hizo -.
Sus ojos enrojecidos de tanto llorar ya no despedían lágrimas, ya ni eso tenía, sin embargo su corazón latía rabiosamente sangre caliente y maná, su convicción jamás había sido tan grande, estaba preparada para llevarse con ella a la tumba a todos los Demonios posibles.
Tras esto como si de un himno se tratara y al unísono, todos los guerreros tras de él incluida la Jefa de Magia hicieron resonar sus palabras.
Guerreros: - ¡¡Si mis piernas no aguantan, haré que aguante, si los dioses no sangran haré que sangren. Yo vivo condenado a ser el más fuerte, viviré con ese peso hasta el día de mi muerte!!-.
Esta frase era la que fue grabada en la tumba de sus compañeros y la suya propia, por lo que este será también el himno con el que muchos se despedirán hoy, el corazón del viejo Orco fue conmovido por lo que con una sonrisa forzada ocultando su melancolía grito el himno.
*Nota: Parte final. Como siempre sus dudas, comentarios, aportaciones son bien recibidas ya que me ayudan a mejorar la narraciones y poder entregarles unas historias más entretenidas, interesantes o intuitivas.
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Reencarne en un Orco (Re)
FantasíaNacido maldito con la asquerosa apariencia de un orco de bajo nivel, acaso los dioses lo abandonaron. Pero no son momentos de lamentos, es tiempo de consumir, evolucionar y con sus manos llenas de sangre cambiar el brutal destino que se le fue sente...