El corazón inmóvil y frío de Tarl seguía sin moverse después de lo mencionado por Garritas Esponjosas, aunque desde que observó este bosque sabía que la probabilidad de que sus seres queridos se mantuvieran con vida era mínima.
Tarl: - Aun así, es un alivio que ustedes se mantuvieran con vida durante tanto tiempo dentro de este infernal lugar -.
Al mencionar esto, algo lo dejo pensando, comino por los alrededores, tomando del suelo los cadáveres demoníacos.
Yuzari: - ¿Sucede algo señor? -.
Preguntó con preocupación, pues hasta este momento Tarl no había tomado a ninguno de sus enemigos con sus propias manos, o tomado a sus compañeros para revisar sus heridas.
Tarl: - Los Demonios que han atacado al grupo de Garritas, no son los mismo que nos atacaron a nosotros, las heridas que ellos tienen no son parecidas a las de ninguno de nuestro ejército -.
Con interés la jefa de Magia revisó también las heridas de sus compañeros, llegando a la misma conclusión de Tarl.
Yuzari: - ¡Es verdad que ni siquiera las marcas dejadas por habilidades son similares! -.
Respondió sorprendida, el jefe de bestias comentaba las apariencias de los enemigos a los que se habían enfrentado hasta el momento en que se encontraron, siendo muy diferentes a los asesinados por el viejo Orco
Tarl: - Es muy poco probable que, durante 4 días rodeados por enemigos, no se haya encontrado con ninguno igual -.
El Orco miró desagradablemente los árboles infernales, enemigos que atacaron a los suyos, sin embargo, no parecían ser agresivos contra el ejército de Garritas, lo sabía solo por el hecho de que aún se mantenían con vida.
Los árboles infernales eran literalmente un mar de enemigos muy problemáticos, ni siquiera con 100,000 guerreros del nivel actual de los Minotauros que lo acompañaban serían suficientes.
Tarl: - Será esto por que mi ejercito esta basado en Demonios No-Muertos y por eso me odia -.
Claro que no era por eso, lamentablemente por ahora no tenía tanta información, pues con estos datos obtenidos él pudiera creer que este Garritas Esponjosas no es el real, sino un Demonio disfrazado.
Tarl: - Continuemos avanzando, la respuesta no nos caerá del cielo -.
Con un movimiento de su mano derecha los cadáveres se levantaron del suelo formando aún más No-Muertos, lamentablemente ninguno de sus nuevos esclavos tenía una respuesta para sus preguntas pues bien eran de bajo nivel sin la capacidad de recordar algo importante o eran inconscientes de lo que sucedió en aquel lugar.
El clima caliente y seco junto al laberíntico bosque comenzaba a causar estragos en algunos de los guerreros, además de tener que estar siempre alerta a su entorno pues no era nada raro que distintos grupos de enemigos aparecieron de entre los árboles, de bajo la tierra o sobre los cielos.
*Diablillos Rojos nvl 16, pequeños demonios que rondan los cielos en grandes grupos, su cola de escorpio carga con un poderoso veneno ácido capaz de corroer gruesas capas de hierro macizo, a pesar de su forma humanoide no son realmente listos.
*Quilópodo del Inframundo nvl 31, de un colosal tamaño y una mandíbula que ingiere cualquier tipo de material, esta criatura es un depredador nato en el infierno donde vive de consumir vivos a otros demonios, si esto no fuera suficiente esta aberración tiene un poderoso veneno que destruye el sistema nervioso de su víctima.
Estos ataques furtivos terminaban rápidamente con los seres más débiles del ejército del Orco y del felino, pronto quedarían solo No-Muertos combatiendo.
Tarl: - ¡Manténganse tras mis creaciones! -.
De un golpe al suelo agrietó la tierra de la cual salieron cientos de rocas que se estrellaron violentamente contra sus contrincantes, atravesando sus cuerpos o insertándose entre su carne y huesos.
En ese momento una poderosa ola de calor llegó de uno de los costados del ejército, arrasando fácilmente con la mayoría de los guerreros que cubrían la zona sur.
Ni siquiera los No-Muertos de alto nivel tuvieron la posibilidad de escapar, todos fueron carbonizados en cuestión de milésimas de segundo.
Junto a este extraño ser llegaron miles de criaturas infernales, todos esto lo rodeaban, sin duda alguien a quien respetan o temen.
El Demonio de color oscura vistiendo una armadura teñida de sangre y un aura tan densa que se podía confundir con llamas camino confiado frente a los invasores.
*Fultanor "El Fulgor Errante", "General de las fuerzas Armadas Demoníacas", Demonio de los volcanes nvl 85, guerreros expertos en el combate en terrenos de difícil acceso y climas desfavorables, sus llamas funden fácilmente los metales ferrosos.
Fultanor: - El maldito Héroe Verde en persona, una simple bestia, aplaudo tu capacidad para derrotar a uno de los Reyes Celestiales -.
Golpeó ligeramente sus palmas.
Fultanor: - Sin embargo, ¡todo ésto acaba ahora! -.
Aunque "El Fulgor Errante" no era un Rey Celestial, este no tenía mucho que envidiarles en poder, corriendo como animal de cuatro patas recorrió la distancia entre Tarl y él a una velocidad tan extrema que todas las criaturas en medio de los dos fueron hechas puré.
Como un rayo el General impactó 4 golpes el primero en el costado del abdomen, el segundo en la garganta, el tercero en la nuca y el cuarto en la nariz del orco, cada uno de estos generaba una potente onda de choque además de generar poderosas llamaradas.
Abriendo su boca enormemente un fuego infernal se observaba en su interior, las llamas salieron como una poderosa explosión formando un chorro de fuego, este se expandía por el aire simulando una marea de llamas.
Nota: Parte final. Como siempre sus dudas, comentarios, aportaciones son bien recibidas ya que me ayudan a mejorar la narraciones y poder entregarles unas historias más entretenidas, interesantes o intuitivas.
ESTÁS LEYENDO
Reencarne en un Orco (Re)
FantasíaNacido maldito con la asquerosa apariencia de un orco de bajo nivel, acaso los dioses lo abandonaron. Pero no son momentos de lamentos, es tiempo de consumir, evolucionar y con sus manos llenas de sangre cambiar el brutal destino que se le fue sente...