Darren
Retiré ligeramente el antebrazo que reposaba sobre mis ojos. Miré a un costado y contemplé como Madelyn dormía con la cabeza recostada por encima de mi otro brazo estirado. Parte de la comisura de mi labio se elevó hacia arriba, aun recordando sus cálidas palabras: «No voy a dejarte solo», fue lo que dijo, siendo el momento exacto en el que me derrumbé en sus brazos.
Cada parte de mí cuando la vio quiso alejarla por el temor de hacerle daño. Todo se resumía en eso, porque el error más grande que cometería es poder hacerla llorar o destruir a tan hermosa persona a mi lado. No, no iba a tolerarlo. Sin embargo, fue ella quien insistió en permanecer, sabiendo el monstruo que tenía enfrente. Alguien con un pasado remoto y oscuro, tener que cargar con mi pasado no sabría cómo iba a tomarlo, aun así, ahí estuvo, aguardando con su abrazo y su silencio hasta que me pude quedar dormido.
Seguía recordando lo que sucedió cuando llegué a mi casa y observé todo lo que estaba pegado en mi puerta, con la caja a sus pies. El estremecimiento que captó mi cuerpo, ocupando todo espanto al ver lo que había dentro de ésta. Intenté controlarme, supe que era necesario hacerlo; pero mi cabeza fue cegada por la imagen, por el recuerdo, llevándome hasta allí, y vivirlo como si del presente se tratase. Tuve miedo, sí, sobre todo cuando el instante en el que me ahogaba por ello, sin tener a nadie a mi lado.
Fueron largos minutos permaneciendo con la cabeza pegada contra el suelo. Mis ojos iban perdiendo la claridad. La respiración agitada iba cediendo. Todo rastro de cordura desapareció en un parpadeo hasta casi quedar inconsciente. No supe que mi corazón se tranquilizó cuando logré escuchar voces conocidas, notando que continuaba presente. Incluso estuve aquí cuando ella me trajo de vuelta, con el susurro que me contuvo y desarmó a la vez. En ese instante no hubo ganas de ocultarme detrás de las barreras, es más, no tuve la fuerza necesaria para hacerlo.
Todo estaba bien ahora. Bueno, eso es lo que creía, y cada día perseguía la esperanza que necesitaba para avanzar. Nunca se sabe a qué punto somos capaces de llegar, no hasta que vemos el último suspiro atravesar por nuestros ojos, siendo allí la decisión de ir con ella o de permanecer aquí para luchar con cada día, pese al dolor que ocasiona los pensamientos.
El brazo por el cual Madelyn seguía recostando parte de su rostro, estaba entumecido, quizá por haber permanecido en una misma posición durante toda la noche. Estudié todo de ella. Su respiración tranquila mientras sostenía con fuerza la mano sobre mi torso, como si temiera que escaparía de su lado. Se me atravesó por un segundo la idea de saber que la persona correcta cruza nuestro camino cuando más lo necesitamos y, así como ella era mi soporte, también haría lo posible para no dejarla caer. «Se supone que somos un equipo», recordé, y no pude evitar sonreír.
ㅡ¿Qué es lo gracioso? ㅡmurmuró, sin abrir los ojos.
Bajé la mirada y la vi soltando un bostezo.
ㅡHasta durmiendo te ves hermosa.
Madelyn abrió un ojo, notando como sus mejillas se tornaban sonrojadas. No pudo evitar la expresión avergonzada, escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello.
ㅡ¿Has dormido bien? ㅡhabló desde allí.
ㅡPodría decir que sí, pero si que te mueves mucho por la cama ㅡComencé a mover los dedos sobre su brazo, masajeándolo de forma suaveㅡ. Por poco no me sacas toda la sábana.
ㅡMentiroso ㅡLevantó la cabeza, posando la vista en mí con el entrecejo fruncido.
Reí, apartando por un momento la mirada hasta el techo, antes de volver hacia Madelyn, que aun me observaba con el gesto curioso.
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El Sazón de la Moda©
RomanceMadelyn Baker está tan enfocada en sus propios diseños, hasta el punto de hablar solo de moda. Por otra parte, el aficionado Darren Henderson, está centrado solamente en llevar a lo más alto su carrera culinaria ignorando a todo lo que se le oponga...