Capítulo 37

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Darren

A lo lejos observé como Madelyn subía a una roca para tomar una fotografía. Desde que habíamos decidido volver a la cabaña al día siguiente, ella no paraba de sonreír y captar cada paisaje con su cámara fotográfica que llevaba en manos.

La noche anterior, en sí, fue algo del cual ambos necesitábamos llevar a cabo. No fue fácil poder llegar a comunicarnos luego de un largo lapso de tiempo y hacer como si nada hubiese pasado. Fueron años en el que diversas situaciones se atravesaron durante nuestro camino, que, al fin de cuentas, nos hicieron soltar para poder avanzar. Todo lo que está destinado para uno, aparece frente a sus ojos, siendo así, aquella mujer del cual en este instante estaba admirando, era parte de mi vida, tal como lo quiso la vida. Nunca he podido estar tan agradecido por haberme cruzado con alguien como ella, en el que podía disfrutar cada segundo de su faceta y ser yo mismo.

Mi confianza puesta en ella, el sentimiento mutuo por cual nosotros estábamos dispuestos a luchar. Todo, y cada suspiro atravesado durante el día a día, no iba a dejarlo pasar. Madelyn era mi complemento, de eso no cabía duda, mucho más cuando realmente pude ver el reflejo de cada una de sus emociones. Valía la pena el poder despertar y encontrarse en su camino, el oír su risa, o estar horas mirando aquellos ojos verdes que volvían a mi corazón un revoltijo de palpitación.

Tan sólo esperaba no ver el rostro de aquél miserable, porque no iba a perdonar cada palabra cruel dirigida a su hija. ¿Por qué contentarse con que su familia por lo menos hiciera lo posible para sacarle de todo lío? Todo era cuestionable, mucho más cuando se atrevió a decirle a Madelyn que no valía la pena, tanto como persona o por la toma de decisiones durante el transcurso de su vida. Él falló, así como se encontraba sumido en una profunda equivocación. Él perdió, porque el tener a ella como su hija era suficiente, porque es así, todo de sí bastaba mucho para que pudiera ser el brillo de tu día a día.

Madelyn era bastante especial, tanto en personalidad y talento. Ella era el encanto de mi alegría, y su sola presencia bastaba para mí el poder estar feliz de haberla encontrado una vez más. Si el destino nos volvía a juntar, debía ser por una simple razón, y no lo iba a desaprovechar, no cuando de verdad estaba dispuesto a mantenerme a su lado, sean buenas o malas las adversidades que nos enfrentemos a partir de ahora. No iba a soltar su mano.

ㅡ¡Mira lo que encontré!

Dejé de prestar atención a mis pensamientos para enfocarme en lo que Madelyn estaba señalando. No obtuve respuesta por su parte, entonces tuve que subir en la roca hasta llegar a ella y notar como cogía una pequeña planta.

Volteó en mi dirección, extendiendo lo que traía en mano. Dicha plantita estaba compuesta de una raíz larga y ahusada; un pedúnculo liso del tamaño de un dedo, sosteniendo a un vilano que en cualquier momento si soplabas sobre éste, volaría apenas entrara en contacto con el aire. Era blanco, muy blanco como las nubes esparcidas en el cielo en este instante.

ㅡHace tiempo que no veía un diente de león. ㅡElevé las cejas con sorpresa, y los labios de Madelyn se movieron con entusiasmoㅡ. ¿Ya has pedido tu deseo?

Negó con la cabeza, dando un paso más cerca de mí.

ㅡEsperaba pedirlo contigo.

ㅡ¿Es válido aquello?

ㅡQuizá. ㅡSe encogió de hombros, y lo posicionó a la altura de mis ojosㅡ. Pide un deseo y soplemos a la par.

Ladeé la cabeza de lado a lado. No podía negarme a eso, aún más cuando Madelyn mostraba mucha emoción por realizar dicho acto. Tuve que cerrar los ojos cuando ella lo hizo. No estaba de más pedir algo, algo del cual ya necesitaba hacerlo desde que amaneció.

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora