Capítulo 57

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Darren

Un paso. Respiro. Otro paso. Vuelvo a respirar y a no tratar de que las botas queden estancadas en la nieve. La sensación extraña que recorría por todo mi cuerpo al llegar aquí, estar rodeado de semejante sitio del cual hace años que no había pisado uno así... No desde que ocurrió aquel accidente. Quise hacer este viaje porque creía que era necesario, poder avanzar y enfrentar el miedo, porque era más que consciente de que el dolor se podría ir, aún así, los recuerdos de Ian siempre iban a permanecer; sin embargo, no debían de ser malos, sino aquellos en donde él demostró ser la persona más valiosa para este mundo.

Toda mi familia ya estaba dentro, escogiendo sus habitaciones o quizá organizando para la cena de mañana. Había hecho lo mismo, en cambio, al cabo de unos minutos, luego de ayudar con las maletas de Madelyn, necesité despejar mis pensamientos, aunque, creo que al estar aquí afuera no era una buena idea del todo. Si bien, la casa en donde nos quedaríamos durante la época festiva de Navidad, resultó ser una que, podría considerarse como una aislada de las demás, pero de igual manera, se alcanzaba ver las cabañas cercanas de las otras personas, eso hacía que no fuera tan solitario.

Metí las manos dentro de los bolsillos de mi abrigo, sacando por la boca cierto vaho. Hasta el frío se parecía a aquel instante, o quizá sólo sea mi mente tratando de llenarme de tal nostalgia. Los latidos de mi corazón se convirtieron en desesperación cuando posé la vista a un punto del que hizo que perdiera por unos segundos el control de mi respiración. Sacudí la cabeza, sacando aquella visión, porque no era él. No era a Ian a quien vi. Por supuesto que no lo era. Han pasado tantos años y estar aquí se sentía como si fuera aquel día, incluso me jugó una mala pasada al creer haber visto a mi mejor amigo, cuando se trataba de una persona sin relación alguna.

Ya no podía volver atrás y cancelar todo. Sé que a mi familia los ponía contentos el hecho de que haya tomado la iniciativa de volver a las tradicionales fiestas navideñas; así como a mis amigos se les hacía mucha ilusión el poder compartir entre nosotros algo que nos costó tanto lidiar, y ni hablar de Madelyn, quien estaba con un humor extraño desde el momento que nos encontramos en el aeropuerto de aquí, excusándose de que sólo era la emoción de esta travesía y de poder pasar juntos —digamos que le creía, pero su risita nerviosa no me convenció del todo—, es por ello que no podía arruinar un momento al que a todos les alegraba.

Cerré los ojos, concentrándome en no dejar que la angustia se apoderase de mí. Traté de que la respiración permaneciera en calma, que los pensamientos no sean capaces de llevar el control. Comencé a creer que todo iba a estar bien, que estar en este lugar iba a ser para bien, que los miedos y el dolor del pasado iban a cesar. Todo iba a estar bien, sí, lo estaría. Al momento de posar de nuevo la mirada en el paisaje del invierno, dejé que la brisa gélida arrastrara aquella inquietud consigo, transportándola a un lugar lejos de mí. Algo de tranquilidad se asomó a mi alrededor, tal que parecía una señal de que nada malo iba a suceder.

Miré por encima del hombro cuando sentí la presencia de alguien por detrás. Mi padre se acercó a mí con cautela, como si no quisiera invadir mi espacio de forma brusca. Se puso a mi lado, y ambos llevamos la vista al frente, guardando nuestras palabras, dejando que el silencio nos acompañase durante estos minutos.

—Es extraño... —Mi voz se escuchó lejana, pero correcta a la distancia de mi padre—. Es como si estuviese esperando que él apareciera de nuevo. Que todo haya sido un sueño, poder despertar y continuar a su lado. —Dejé salir un suspiro, mientras observaba a las demás personas salir de alguna tienda u otras que se preparaban para ir a hacer alguna actividad—. Pero luego, vuelvo a caer en una realidad, en la que despierto y, me doy cuenta de que nada de eso he soñado, sino, aquello pasó, y me sigue siendo algo difícil de creer.

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora