Capítulo 40

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Darren

Desde mi auto, observé la iluminación que provenía de los postes de luces a lo largo de la calle, mostrando así el asfalto húmedo por la ligera llovizna que hubo durante toda la tarde. Volví a fijar la vista en el sitio del cual debía de estar hace unos minutos; sin embargo, mis pensamientos amenazaban con volverse contrarios a lo que iba a hacer, de manera que el tiempo transcurría, dejándome estancado con la duda.

No quería hacerlo, ni tampoco se me hacía necesario el estar aquí; en cambio, las palabras que Madelyn mencionó aquella noche me hicieron ver que enfrentar esta situación era más que necesario. Pese a no querer ver a la señora Smith, esto merecía tener un final.

Era verdad, una vez que soltase todo aquello, iba a poder avanzar de forma oficial. A pesar de haber estado estos años tratando de afrontar mis miedos y la sensación de culpa, esto también formaba parte de aquello. Antes de seguir cuestionándome si ir o no, necesitaba armarme de valor para dejarlo atrás y avanzar de forma oficial. Dar un cierre al pasado para poder crecer en el presente, por sobre todo sin olvidar de las buenas personas y momentos que estuvieron en mi vida... Ian fue uno de ellos. Aunque fue dolorosa su pérdida, costándome encierros y cansancios, sé que él estaría feliz de verme luchar por seguir adelante, sobre todo, el haber cumplido uno de nuestros mayores sueños. ¿Por qué me reprimiría en continuar viviendo con el dolor?

Caer en la oscuridad se tornaba un lugar del cual muchos callaban y permanecían allí. Todo se volvía mejor si nadie emitía palabra alguna. Tormentoso silencio, lúgubre sitio. Nadie estaba dispuesto a escapar cuando éramos esclavos de sus miseros susurros. Llevar dentro la aflicción día y noche se convertía en algo monótono. Sonrisas falsas y presencia vacía. Sólo era cuerpo presente y alma lejana, en donde los pensamientos eran dueños de tu soledad.

Durante toda mi vida, mientras la sensación de querer huir por el descaro de la falta de aire; por los temblores en todo el cuerpo, las lágrimas cayendo hasta el punto de dejarte sin aliento, recostado en una esquina de la habitación con la esperanza de que todo iba a estar bien cuando simplemente no era así. Eso fue lo que quise creer en ese entonces, no hasta darme cuenta de cada valioso instante del cual podía presentarse en tu vida: familia dispuesta a permanecer a tu lado, amigos quienes estarían dispuestos a aceptar tu oscuridad con la simpleza de no alejarse de tu lado. Pequeños momentos en los cuales guardaba en mi corazón, en especial aquellos que se volvían únicos.

Todo iba a estar bien, por más que sintamos que ya no hay salida, habrá algún destello de una luz esperando a que fuéramos hasta allí. Se tardarán días, meses, e incluso años; pero durante esa travesía se necesitaba de la fortaleza para resistir. La sonrisa escondida detrás de la angustia aguardaban con salir; y ellas, llegarían a opacar la burla de nuestros temores.

Presioné la mano alrededor del volante, encontrando fortaleza para enfrentar a aquella mujer. Mientras el rencor viviese en nosotros, no podríamos ser felices. Cuando uno deja de vivir por el odio es cuando se aprende a liberarse de las cadenas. Dejarlo ir era necesario.

Al desabrochar el cinturón, recordé la primera oración que leí la noche en la que Madelyn me entregó aquel sobre de papel: «No sé si lo leerás, pero soy la madre de Ian, y quisiera pedirte un favor...», la sensación de remordimiento y la exigencia de sacudir mi hogar se habían hecho presente; no obstante, tuve que controlarme, no podía permitir que aquella emoción se apoderasen de mí. No cuando la tenía a mi lado.

Acerca de este encuentro, Andrew y Liam no estaban enterados al respecto, ni tampoco mis padres. Madelyn era la única en quien tuve la confianza de depositar aquella información. Por más que quiso acompañarme, no se lo permití, a pesar de ser ella quien fue tras la nota que había lanzado y leerlo por completo, pudiendo así; saber de que la señora Smith necesitaba encontrarse conmigo aquí, en este restaurante en el que los minutos no perdían el tiempo en avanzar.

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora