Capítulo 22

316 19 47
                                    

Darren

Una vez que la puerta fue abierta, visualicé a mi padre con su libreta en mano. Me había tomado una hora llegar hasta aquí puesto que mis dos amigos decidieron llevarme a un lugar para poder distraerme y charlar con ellos. En cierta parte sirvió y estaba agradecido; sin embargo, mi cabeza aún daba vueltas debido a la pesadez de estar en constante encierro con los pensamientos que sólo terminaban por atormentarme.

Desde el día de ayer Cooper se encontraba bajo el cuidado de mi familia, quizá haya sido buena idea el estar alejado un poco de él por el simple hecho de traerme recuerdos del pasado, aunque el silencio de mi casa lo volvía más ajeno sin su presencia.

Ingresé a la casa una vez que mi padre me dio acceso, para luego guiarme en donde se encontraba hace unos minutos. El aroma del café invadió toda la cocina, convirtiéndola en un agradable sitio.

—¿Quieres?

Negué con la cabeza, sentándome sobre la butaca, dejando caer las llaves del auto sobre la mesada. Mi padre bebió un sorbo de éste, mientras escribía una que otra palabra en el objeto que llevaba anteriormente.

Mi padre podría resultar ser estricto en distintos aspectos; pero era él quien a fin de cuentas se presentaba ante cualquier adversidad de nuestras vidas. Mis hermanos y yo estábamos tan agradecidos por lo que hizo por nosotros, y por todo lo que continúa haciendo. Era por ello que no me podía permitir que hubiera una brecha entre él y yo, siendo necesario conversar acerca de lo que sucedió el día anterior, aun más cuando seguía recordando su expresión incomprensible cuando desperté.

—¿No vas a ir a trabajar?

No alzó la mirada, tan solo se limitó a seguir escribiendo y a mover el rostro, en negación. Ya estaba siendo lo bastante incómodo como para seguir quedándome callado, así que cuando dejé pasar unos breves minutos, hablé de forma directa.

—Papá, necesito hablar contigo. —Tabaleé los dedos de una mano contra la mesa para robar su atención, haciendo que éste cerrara la libreta, dejándola a un lado. Cuando supe que él estaba dispuesto a escucharme, comencé a decir—: Con respecto a lo que ocurrió hace unos días, te pido disculpas si te hice preocupar. No sabes lo aterrado que estuve cuando fui hasta allí, aún me cuesta enfrentarlo, y por más que hayan pasado ya unos años, el miedo sigue invadiendo todo de mí, evitando que pueda avanzar.

Colocó una de sus manos sobre la mía, impidiendo a que apartase la mirada de él.

—No pienses que me he molestado contigo, la cuestión es que no puedes dejarlo ir, hijo. —La voz de mi padre era tan tranquila, siendo lo único que me mantenía presente—. Si dejas que el pasado siga atormentando tu vida, serás esclavo de ello por siempre. No hago de menos lo que sientes, así como a ti te sigue doliendo, a nosotros también nos cuesta recordar; pero si seguimos aferrándonos al dolor, nunca saldremos de aquella grieta.

—No es lo mismo cuando sabes que fuiste tú quien ocasionó todo el accidente.

—Tú no hiciste nada malo, Darren. —Sujetó mi mano con más fuerza—. Piensas que fue tu culpa; y no lo fue, no has hecho nada por el cual debas de hacerte daño. No caigas en lo mismo, es lo que más te pido. Guardarte para ti mismo no va a hacer que vuelva a ser como antes, la vida es eso, cuanto más nos cuesta, es cuando más debemos de esforzarnos para seguir adelante.

»La valentía que tiene cada persona de seguir pese a todo lo que le atormenta es lo que los vuelve más valiosos. Y no sabes lo orgulloso que estoy de ti de saber de que intentaste poder ir solo allí, sabiendo que aún te cuesta enfrentarlo. No te digo que el dolor desaparece de la noche a la mañana, no obstante, todo va a sanar y vas a estar bien. Deja al tiempo actuar, y trata de no seguir pensando de que tú realizaste tal incidente, porque todos sabemos cual es la verdad aquí.

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora