Extra II

222 10 8
                                    

Andrew

Viajar de un país a otro se volvía cada vez más agotador; sin embargo, llevar a cabo uno de mis grandes proyectos era como una motivación para avanzar con esto. Aún había algo más que necesitaba poder cumplirlo algún día, se trataba de mi sueño desde pequeño, y por supuesto que trataría de que se haga realidad. No obstante, aquello requeriría de un tiempo sumamente importante, es por ello que pese a tener la idea y de haberlo iniciado con el mínimo detalle, sé que aguardaría para en un futuro sacarlo a relucir.

Ahora acabé de llegar a la casa de mi mamá, debido a que si llegaba a faltar a su fiesta de cumpleaños, tendría que olvidarme de poder visitarla todo el resto del año. De verdad, mi madre era la furia personificada, en ella existía la ligera brecha que si mostrabas alguna falla sea cual fuere la situación, es mejor buscar algún esfuerzo para recibir su perdón, bueno, tal vez estaba exagerando, ¿o no? Dios, si se permitía escuchar todo lo que estuve pensando de ella mientras caminaba hasta la puerta, lo más probable es que iba a echar a su propio hijo de la casa.

Deseé que hubiera sido entre nosotros tres: mamá, Rachel y yo, pero no, era necesario que festejara su cumpleaños a lo grande, quizá mi gusto por las fiestas lo saqué de ella, pienso que sí. Lo peor de esto es que, durante todo el transcurso de esta noche tendría que soportar las habladurías de algunas de mis tías quejumbrosas que eran como un millón de cintas adhesivas de tejido que se pegaban por tu piel, con la mayor resistencia posible, difícil de librarte de ella, sobre todo cuando se empecinaban en meterse en donde no era de su incumbencia. ¡Joder!, debería de prepararme para oírlas decir: ¿aún sigues soltero, Andrew? Sí, sí, sí, ¿hay algún problema con eso?

La puerta se abrió sin siquiera darme la oportunidad de emitir algunos toques. Bien, por lo menos fue mi hermana con quien me encontré. Estiró de mi antebrazo, para que entrara a la casa. Me guio cerca de la cocina, escondiéndonos a un costado de la pared. ¿Era sólo yo, o Rachel se volvió un ligeramente más alta? Golpeó mi abdomen al ver que me distraje observándola.

—¿Sabes que Darren está aquí?

Quise reír, pero ella tapó mi boca con la palma de su mano.

—Mamá encontró a una chef para que le hiciera su pastel, resulta ser que es amiga de Darren y que nuestra queridísima madre se enteró de eso y por eso no tardó en invitar no sólo a uno de tus amigos, sino a los dos.

—Entonces, ¿Liam y Darren están aquí?

—Sí.

—¿Tiene algo de malo?

—No, la verdad es que no. —Volteé los ojos, apartando su flequillo arrubiado, dándole un rápido beso en la frente—. Tampoco es como debería de sorprendernos, después de todo, sus madres son amigas de mamá.

—Piensas mucho, Rachel. —Me adentré a la cocina, pero me detuve abruptamente bajo el umbral, recibiendo el choque de mi hermana contra mi espalda. No, no, no, ¿acaso no podría ser otra chef? ¿Por qué carajos debía de ser ella? ¿Acaso mis amigos no estaban al tanto de que ambos no podíamos convivir en un mismo sitio? Esto iba a terminar mal—. ¿Qué hace ella aquí?

Los tres se volvieron hacia mi presencia, Liam se adelantó en acercarse hasta mí, queriendo sacarme de allí. Aparté su agarre, tratando de no hacerlo de forma brusca, mi amigo me miró suplicante de que no armara un alboroto, mucho menos cuando era el cumpleaños de mi madre.

Inhalé profundo, y lo dejé escapar con la menor agresividad posible. El simple hecho de verla hacía que enderezara la espalda, que mandara toda la tensión acumulada en los puños de mis manos, que mi mandíbula se tensara. ¡No la soportaba! Más allá de que podía admitir de que era bastante hermosa, su personalidad y su sola presencia me lograba enervar. Sí, traté de que seamos amigos, de que por lo menos pudiéramos llevarnos bien, busqué cada alternativa, pero ella no colaboró con eso. 

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora