Capítulo 24

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Darren

Apenas volvía de mi cuarto de haber contestado una llamada, me dirigí de nuevo a la cocina encontrándome con un completo desastre, más que comida lista, era una competencia de quien ensuciaba más: la harina sobre la mesada e incluso sobre el suelo y la pared; el relleno para las tartas estaban cayendo a chorro sobre las bandejas; así también en la mejilla de Andrew que ni siquiera sabía porque se había metido para cocinar, y ni hablar de Joe que luchaba para batir la masa a la par que intentaba retirar las otras tartitas ya listas del horno.

ㅡEs increíble como me voy cinco minutos y esto es un desastre.

ㅡIntenté ayudar. ㅡSe apresuró a decir Andrew mientras retiraba el chocolate de su dedoㅡ. Además...

ㅡNo has hecho nada más que lograr desparramar todo esto. ㅡJoe lo interrumpe, mientras lo fulminaba con la miradaㅡ. No sé por qué pensé que esto sería buena idea, tal vez debería de haber hecho sólo una maqueta de algún volcán.

ㅡ¡Ey! ㅡAndrew le lanzó el trapo con el cual trataba de limpiar la mesadaㅡ. Eso es lo que yo presenté cuando estuve durante la preparatoria, no es nada fácil hacerlo.

Joe le envía una mueca de no importarle lo que acababa de escuchar, volviendo a batir la masa. Caminé hasta estar frente al horno, abriendo los ojos a la par. De forma apresurada agarré el guante de cocina, sacando la bandeja. Era en serio, ambos iban a terminar por sacarme de mis casillas.

ㅡJoe... ㅡLo llamé con la voz más calmada posible, soltando un fuerte suspiroㅡ. ¿Acaso planeas intoxicar a todos? ¿Y por qué has cambiado la temperatura del horno al máximo?

ㅡOh, eso fue idea de Andrew ㅡEmpezó a rellenar las tartitas de forma desigual, ignorando lo que había sacado del horno, de igual manera, el olor a quemado era más que notorio.

Entrecrucé los brazos, llevando la vista en dirección de mi amigo, y éste levantó ambos brazos.

ㅡEn mi defensa, en una parte de internet decía que si aumentabas la temperatura, las tartitas iban a estar mucho más rápido.

Comencé a mover el dedo índice junto con el pulgar sobre el puente de mi nariz, pensando la misma pregunta de hace unos instantes: ¿por qué no los estaba echando de mi casa? Ellos me observaban atentos.

ㅡVa a depender de lo que estés preparando, y estas masitas sólo necesitaban prepararse a ciento ochenta grados, ¡no a trescientos!

ㅡAh ㅡbalbuceraron ambos, mirando hacia otro lado.

ㅡAh ㅡrepetí, aguantando las ganas de no cabrearme al ver lo negro que estaban todo lo que preparé durante esta mañana.

ㅡComo no soy chef, no opino ㅡHice el ademán de lanzar una tartita a mi amigo, quien se apresuró a ir a traer la escoba para limpiar el pisoㅡ. De los errores se aprende, ¿no?

Era viernes, y estos dos estaban por darme un tiro por la culata. Tan solo me limité a sacar todo el aire de irritación por la situación, para luego proceder nuevamente a mostrárselo a Joe como debía de añadir el chocolate sobre la masa para que quede de una forma prolija y que luego las frutas puedan sostenerse sobre éste.

Una vez que todo estuvo listo ㅡAlgo que debíamos de terminar como en tres horasㅡ, resultó ser de un día entero. Y ahora la noche había caído, y los tres estábamos cenando en la sala a la par que veíamos una película. Cuando finalizó, Andrew no paró de reír y soltar palabrotas hacia la pantalla de su celular.

ㅡEs lo que se merecían.

ㅡ¿Qué cosa? ㅡJoe cogió otro pedazo de pizza de la mesita.

Mi amigo carraspea como si se estuviera preparando para leer un discurso, ㅡ«¿Fracaso de la familia Miller? Una de las mejores diseñadoras del país; Marina Wilson, desiste de trabajar con dos de los más grandes empresarios debido a ciertos criterios que se abstuvo de comentar, así como mencionó que no sólo puede ser cómplice de personas que sólo buscan la fama antes que el talento».

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora