Capítulo 52

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Madelyn

—Puede besar a la novia.

Emma y yo tuvimos que contenernos para no pegar un grito hasta al cielo. Matthew y Alexa oficialmente estaban casados. Éramos las amigas más felices por él. No podíamos creer que se casaran, aunque bueno, luego de haber estado ocho años juntos, esto era lo más próximo que iba a suceder; pero cada caso era distinto, incluso una pareja al estar durante tanto tiempo, tiende a acabar, y no precisamente con una boda.

Tanto deseé que mi mejor amigo sea feliz. El haber luchado cada día por salir adelante junto con su hermano tras el accidente y fallecimiento de sus padres, el verlos superar cada obstáculo, y ver que, ahora, ellos han podido salir adelante a pesar de todo. Matthew era la persona más bondadosa que he llegado a conocer, y tenerlo a mi lado, y también a Emma, me bastó para entender de que no siempre se trata de tener a muchas personas contigo, sino de las que te brindan la seguridad y la confianza de que nunca estarían dispuestos a romper.

Para mí, cuando mi amigo me presentó a Alexa, fue un momento en el que nunca olvidaré el brillo en sus ojos, así como aquel nerviosismo que se mostraban en sus manos cuando las abría y cerraba en puños. Desde luego iba a apostar que iban a durar para siempre, porque el amor que transmitían al estar juntos era como aquello que se impregnaba en tu piel, difícil de liberarte de ello.

Estaba muy feliz, y hoy, al ser uno de esos días en que la preocupación estaba detrás de una puerta con candado, en donde nada ni nadie podía interferir con arruinarlo, lo convertía en algo sinigual. Lo disfrutaba, claro, mucho más cuando Darren finalmente estaba sonriendo más relajado, como si aquel embrollo con los Miller y la señora Smith bastó como para que un peso se liberara de él. También le sumaba que, quizá en la otra semana vaya a Francia para la elaboración de su nuevo plato, y de ahí no tener una fecha exacta para volver, a excepción del lanzamiento de mi nueva colección.

Mientras terminaba de felicitar a la nueva pareja, me retiré del aglomero de las personas que también querían saludarlos. Busqué con la mirada a Darren y no estaba al lado de Liam como hace unos minutos. ¿Dónde se habrá metido? Mientras lo buscaba, reía con cada paso, debido a que no olvidaba el gesto de asombro cuando salía de su cuarto con el vestido puesto para la boda. En su boca podría haber cabido distintas cosas por lo abierta que la mantuvo antes de modular y expresar: «Estás hermosa. No. Estás perfecta. ¿Hay algo mejor que esas palabras?, porque si las hubiese, entonces, tú eres digna de eso».

Me sentía cómoda con lo que llevaba puesto. El peinado recogido lucía con el vestido negro sin mangas, acompañados de los encajes y el brillo que se ceñía por mis costillas y mis pechos, soltándose a lo largo de mi cintura hasta la terminación de mis piernas; con una abertura en su costado que, también me hizo querer soltar una carcajada cuando le pregunté a Darren si se veía bien, a lo que él respondió: «Debes estar bromeando, te queda... Joder, ¿me quieres dar un ataque al corazón? Me encanta, y si tú te sientes cómoda y quieres usarlo, pues adelante, no puedo quejarme por la forma en que quieras vestirte. Eres dueña de eso, Madelyn». Sí, con él a mi lado, no necesitaba otro interés romántico en la vida.

Hasta que al fin lo encontré. Fui acercándome a donde se encontraba: rodeado de los familiares de Matthew y Alexa, principalmente de sus tías y primas, tomándose fotos con él. Su paciencia de no salir corriendo y esconderse era muy notorio para mí, pero quizá no para ellas. Aun así, Darren sonreía con el pasar de los segundos, intercambiando una que otra palabra, hasta que me vio y pidió disculpas para regresar conmigo.

—¿Tus admiradoras?

Una de las comisuras del labio se movió hacia arriba, cuando colocaba una mano sobre mi cintura.

El Sazón de la Moda©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora