Un día en el que Mina saltaba de árbol a árbol vio una mancha que se alejaba rápidamente con dirección al noreste, como no tenía nada que hacer la siguió. Pasaron unos segundos para que la alcanzara, era un chico que no pasaba de los catorce años, tenía una mirada triste y llena de dolor, ojos oscuros y pelo negro que colgaba en una cola de caballo.
Ya habían pasado cuatro años desde que Mina había tenido algún contacto humano, así que le pareció extraño ver a alguien corriendo en el bosque.
Se le apareció en frente al chico pronunciando solo una palabra:-Hola- la voz le salió ronca, habían pasado días desde que hablaba con alguien más.
El chico dio media vuelta y siguió corriendo pero se sorprendió al ver a la chica esperándola unas ramas más adelante, trató de dirigirse hacia otra dirección pero se encontró en la misma situación múltiples veces hasta que se rindió y llegó a la conclusión de que no podría huir.
La rubia colgaba de un árbol más adelante, su pelo era sedoso y de un amarillo peculiar, que hacia las puntas se iba convirtiendo en naranja y poco a poco en un rojo intenso.
Los ojos de la chica eran parecidos a los de unos zafiros y estaban llenos de curiosidad.-¿Quien eres?- dijo el chico fríamente, la chica solo inclinó la cabeza ya sentada en la rama.
-¿Acaso eres de ANBU?- preguntó el.
La chica seguía en incógnita.
-¿Acaso te enviaron por mí?- La chica volvió a girar la cabeza.
El chico se dio cuenta de que ella no sabia de que le hablaba pero no podía creer que no fuera ninja, su habilidad era increíble, no muchas personas lo superaban en velocidad.
-¿Tienes un nombre?- volvió la mirada hacia la rama donde hace unos estaba sin embargo ella ya no estaba ahí. Por un segundo pensó que todo había sido su imaginación, no había descansado bien en los últimos dos días. Sin embargo se dio cuenta de que ella se encontraba revisando sus cosas que en algún momento le quitó. El pelinegro se asustó al pensar que había bajado la guardia y que le habían quitado sus cosas. Tenía que admitir algo, esa chica tenía talento.
La niña estaba revisando un kunai con fascinación. El chico trato de recuperarla sin embargo la chica ya le daba la espalda mientras decía:
-Mina, ese es mi nombre, Mina.-
El chico no le dijo su nombre.
El pelinegro miraba con asombro cómo agarraba el kunai con tanta naturalidad.
-¿Tienes familia?-
La chica lo miró con intriga
-¿Familia?- contesto ella.
-Si alguien que te cuide, alguien que esté vinculado a ti-
-Mhh...- inició a decir la niña- no... y tu niño misterioso, ¿Tienes familia?-
El chico se tensó al escuchar eso.
-No mucha, solo un hermano pequeño-
-¿Y porque no estás con él?-
La culpa se asomó por la mirada del chico y sintió como una pared que no volvería a cerrar se abriría.
-El está mejor sin mi- dijo apartando la mirada.
-Está bien- dijo Mina sin ninguna presión, ella ya estaba volviendo a agarrar unos shurikens de la bolsa del chico. Los lanzó a unos metros de ella matando a una iguana. Ella estuvo feliz de haber atrapado la cena. Sin embargo el pelinegro estaba sorprendido de cómo había lanzado los shurikens, no lo había hecho con técnica, lo había hecho como si fuera algo que apenas conociera, pero había logrado darle a un pequeño objetivo desde lejos.
Mina que se había ido hace unos segundos ya había regresado con una iguana del tamaño de medio metro. En ese momento el estómago del chico rugió y Mina lo invitó a comer.La rubia vivia en las raíces de un árbol que estaban salidas de la tierra, estas eran extremadamente grandes, por dentro habia decoraciones hechas con plantas y flores, en la entrada había restos de una fogata y de vez en cuando notabas alguna cosa de hojalata para hervir agua, el chico se ofreció a hacer la comida ya que él era el invitado, y Mina aceptó sin rechistar.
Cuando el chico iba a servir la comida Mina habló:
-Y ¿me vas a decir tu nombre?.. ¿O siempre serás el chico misterioso?-
El chico se tardo en contestar, lo estuvo sopesando en su cabeza varias veces, observo las paredes de las pequeña fortaleza que había creado su amiga, en ellas habían dibujos, algunos eran difusos pero vio uno que era bastante claro, un hombre de pelo amarillo, con una capa blanca envuelta en llamas cargando a un bebé. Al ver esta imagen respondió:
-Itachi-.Itachi estaba apunto de irse, pero al ver la última expresión del rostro de Mina no pudo evitar ver a su hermano menor de casi la misma edad en ella. En ese momento decidió quedarse un poco más, así Itachi se convirtió en el sensei de Mina ya que no pudo evitar el ver el potencial que tenía para el control del chakra. Sin embargo esta tenía una dificultad para aprender ninjutsus y jutsus fáciles que cualquier ninja de su edad aprende, sin embargo no se le dificultaron los ninjutsus más avanzados, ya había dominado el jutsu de los ANBU al no hacer ruido al caminar y fácilmente controlaba los elementos que le enseñaba, más que nada fuego, aire y agua, sin embargo había visto indicios de otros elementos, además de que nunca podía usar solo un elemento a la vez.
Así pasaron tres años, Mina debería tener unos diez años, seguía siendo curiosa e inocente pero gracias al entrenamiento de su sensei ya no tenía la necesidad de esconderse como lo hacía antes.
Mina estaba como cualquier día, no había aprendido mucho sobre su maestro desde que había llegado, siempre que le preguntaba sobre su vida privada este se ponía tenso y cambiaba de tema, no sabía mucho sobre la alde de la que provenía sabía que estaba al suroeste de ahi y que alli estaba su hermano, pero nunca supo nada más que eso. Lo último que hizo fue darle un golpe en la frente y se fue.Tal vez nunca se verían de nuevo sin embargo esos tres años nunca los olvidarían.
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La Hija de los Muertos (La hermana de Naruto)
ActionMina es una chica alegre sin embargo vivió apartada de la sociedad hasta conocer Konoha, donde conoció a personas que cambiaran su vida. Narrador: tercera persona Algunos eventos de la serie original serán alterados Faltas de ortografía y/o puntuaci...