Parte 6

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Cuando Anahí entró en el local de su amiga Patricia, esta sonrió al verla, se acercó a ella y, abrazándola, dijo nerviosa:

—Gracias por venir. ¡Menudo día llevo hoy, cielo, menudo día! Hace un mes que estoy organizando este evento y una de las chicas me llama hace unas horas para decirme que se ha roto una pierna.

Anahí sonrió y, mirando las pegatinas que Patricia sostenía en las manos, contestó:

—Vale, tranquilízate, loca, que ya estoy yo aquí.

—Bonita mía, siento añadirte embolados de estos, que ya sé que no te gustan mucho. Pero también sé que el dinero te viene bien y tú me vienes bien a mí, ¡por lo tanto...!

—Blanco y en botella —finalizó Anahí.

Ambas sonrieron y Patricia la cogió del brazo y explicó:

—Sois dieciséis mujeres y dieciséis hombres.

—¿Dieciséis? —repitió Anahí alarmada.

Su amiga asintió y, bajando la voz, dijo:

—Lo superarás. He puesto tu ficha en la web, aunque, como bien sabes, tú no tienes que pagar nada. Pero ¡es nuestro secreto!

—Patricia, por Dios, ¡que no es la primera vez que lo hago!

Angustiada, la otra asintió y, entregándole una pegatina, dijo antes de marcharse:

—Póntela y ve a la barra. Andrew te servirá lo que quieras beber mientras esperamos a que comience el evento.

Anahí miró su pegatina. En ella ponía un nombre y un código. B15 Wendy. Sonrió divertida. Esa noche se volvía a llamar como la amiga de Peter Pan, el cuento que tanto les gustaba a sus hijos.

—Hola, cara bonita —la saludó Andrew, encantado de tenerla allí. Y, poniéndole delante una cerveza, añadió—: Me he alegrado cuando Patricia me ha dicho que venías.

—Sabes que el dinero siempre me viene bien —respondió ella sonriendo.

—Estaré pendiente de ti por si quieres que te quite a algún pesado de encima —cuchicheó Andrew.

Diez minutos más tarde, antes de comenzar el evento, Patricia recordaba las normas de aquellas citas exprés ante todos. Prohibido pasarse la dirección de mail y el número de teléfono. Siete minutos era la totalidad de la charla con cada uno. Las chicas se quedaban sentadas y los hombres rotaban de mesa en mesa.

Anahí recibió sonriente a su primera cita, Tom A1. Un ingeniero simpático, pero descuidado en su aspecto. Habló con él y, cuando vio que se interesaba por ella, rápidamente le soltó su retahíla de ex convicto etcétera, etcétera, etcétera. Tras el ingeniero, pasó un profesor, un pastelero, un abogado y Anahí los escuchaba con paciencia, mientras apuntaba en su tarjetita lo que pensaba de ellos para identificarlos.

Tom A1: Desesperado y poco aseado.

Fred A2: Aburrido. Habla sobre meteoritos.

Ricardo A3: Divertido. Le gusta bailar.

Stephen A4: Gilipollas, pero gilipollas profundo.

Tras los cuatro primeros, hubo un descanso de quince minutos en el que Anahí corrió al baño para llamar a Manuel. Todo estaba bien en casa.

Cuando regresó, comenzó la siguiente ronda, y después la siguiente y la siguiente. Economista, fontanero, encofrador, empleado de funeraria, piloto de aviones, parado, ejecutivo, electricista y un sinfín más de hombres de diferentes posiciones y trabajos se sentaron frente a ella y a todos los escuchó.

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora