Parte 29

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Linda regresó a Minnesota, pero llamaba dos veces al día. Quería saber si todo iba bien.

Jenny mejoraba y Anahí había hablado con la empresa Harry Events para darse de baja momentáneamente. Solo trabajaría por las mañanas en el restaurante. Era un buen trato.

Esa mañana, mientras hablaba con Jenny y David en la habitación del hospital, la puerta se abrió y apareció Yanira, acompañada por Poncho y Dylan, con globos y varios peluches.

Al verla, David, Jenny y Anahí exclamaron al unísono:

—¡Ay, Diosito!

Los recién llegados se rieron y Poncho dijo, acercándose a la pequeña:

—Jenny, a mi hermano Dylan ya lo conoces, ¿verdad? —La niña asintió y él continuó—: Pues ella es su mujer Yanira; ¿sabes quién es?

—Es Yanira, la cantante —dijo mirándola sin parpadear—. Mamita y yo fuimos a un concierto tuyo.

—¿En serio? —preguntó ella, acercándose—. ¿A cuál?

Nerviosa, Jenny contestó:

—El del último disco. ¡Fue genial!

—¿Y tienes esta camiseta? —preguntó Yanira, sacando una de su bolso.

La pequeña abrió desmesuradamente los ojos al verla y, mirando a su madre, dijo:

—Mamita, ¡es la camiseta que no pudimos comprar! ¡La que yo quería!

Anahí asintió. Aún recordaba la pena que sintió al no poderle comprar aquella prenda tan cara y miró a Poncho, agradecida por el detallazo que había tenido al recordarlo.

—Sí, cariño. La que tú querías.

Yanira, contenta al ver la felicidad de la pequeña, le guiñó un ojo a Anahí, y, sentándose en la cama, dijo:

—Pues a partir de ahora tendrás todas las camisetas, gorras y pósteres que tú quieras y vendrás a todos los conciertos con tu madre, con un pase especial. —Y abriendo los brazos, añadió—: Dale un beso a tu tía Yanira.

Al oírla decir eso, Anahí se emocionó y David, tan conmovido como ella, dijo:

—Cachorra, pásame un kleenex.

Poncho sonrió. Sabía que aquella visita le iba a encantar a la niña.

Una hora después, cuando Yanira y Dylan se marchaban, David animó a Anahí a irse a comer mientras él se quedaba con Jenny.

Ella salió de la habitación con Dylan, Poncho y Yanira y le dijo a esta:

—Muchísimas gracias por el detalle. Te aseguro que Jenny nunca lo olvidará.

La joven sonrió y, tras mirar a su cuñado, que las contemplaba encantado, preguntó:

—¿Qué te parece si me llevo a Anahí a comer algo?

—¿Yo no puedo ir?

—No —rio Yanira—. Es una comida de chicas.

Al verse excluido, Poncho miró a Dylan y preguntó sonriente:

—¿Me invitas a un sándwich?

—¡Hecho, hermano! —rio Dylan.

—Vamos —dijo entonces Yanira, tomando a Anahí del brazo—. Te llevaré al restaurante de un amigo y así podremos charlar.

—Portaos bien y tened cuidado —les recomendó Poncho.

Yanira sonrió y, tras guiñarle un ojo a su marido, replicó:

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora