Parte 49

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Anahí fue a la cocina, abrió la nevera y cogió una botella de agua fresca. Durante un rato, bebió a la espera de que Poncho apareciera por la puerta, pero sorprendentemente no lo hizo. Y eso le gustó, aunque también le dolió.

Luego decidió darse un baño en la piscina interior. Entró en uno de los probadores, se puso su biquini azul y, sin encender las luces, se tiró al agua.

Nadó... Nadó... y nadó sin descanso. Se hizo varios largos y, cuando no pudo más, salió del agua, se envolvió en una toalla y se sentó en una de las hamacas, para pensar sobre lo ocurrido e intentar aclararse las ideas.

—Cara bonita, no debes desaparecer así de la casa —dijo Andrew detrás de ella.

Ella respondió sin mirar:

—Andrew, no estoy de humor.

Sentándose a su lado en la otra hamaca, él la observó y dijo:

—Te conozco y sé que no lo estás pasando bien. Pero déjame decirte que Poncho tampoco, y menos si haces la tontería de desaparecer como lo has hecho hoy. —Anahí resopló, pero Andrew continuó—: Mira, sé que al principio de conocerlo, el primero que te habló mal de él fui yo, pero tengo que decirte que no está haciendo nada que yo no haría, yo o cualquier tipo que se enamorara de ti.

—Joder, Andrew...

—He mirado la cinta de vuestra discusión hasta que la conexión se detuvo y, aunque reconozco que se ha pasado en sus comentarios, es evidente que ha sido fruto de la tensión. Él no piensa que seas una mala madre, ni que Brian vaya a convertirse en un delincuente.

—¿Ahora vas de amiguito suyo? —se mofó ella.

—Poncho es un buen tío —contestó Andrew, sonriendo al escucharla—. Te adora y adora a los niños. Solo hay que ver cómo se preocupa por vosotros y el estado en que se encontraba hasta que te ha visto aparecer, para darse uno cuenta de que ese tío te quiere y lo único que desea es hacerte inmensamente feliz.

—No dudo de lo que dices, pero creo que la situación nos está sobrepasando y que debería marcharme con los niños.

—Si lo hicieras, sería una de las mayores tonterías de tu vida —respondió Andrew.

—Si sigo aquí, al final Poncho me odiará.

—Eso es imposible, cara bonita. Poncho te quiere como estoy seguro de que nadie te querrá nunca. —Al ver que ella no respondía, añadió—: Anda, vete a descansar. Lo necesitas.

Anahí suspiró y, levantándose, dijo:

—Eres una de las mejores personas que he conocido. Eres un buen hombre y un buen amigo y espero no perderte nunca.

Luego le dio un beso en la mejilla y, todavía envuelta en la toalla, se marchó hacia la habitación.

Al entrar, Poncho estaba apoyado en la ventana. Al verla, se quedó mirándola, pero no se movió. Quería darle el espacio que le pedía. Observó cómo entraba en el cuarto de baño, cómo salía, se ponía una camiseta, se metía en la cama y apagaba la lamparita de su lado.

Loco por solucionar aquella angustiosa situación, Poncho también se metió en la cama, apagó la luz de su lado y, volviéndose hacia ella a oscuras, preguntó:

—¿Vamos a dormirnos enfadados?

Anahí no contestó y él insistió:

—He hecho mal. Me he equivocado. He pagado contigo y con Brian la frustración que tengo por todo lo que está ocurriendo y por esas malditas fotos. Pero...

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora