Parte 51

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En casa de Anahí y Poncho, tras el agitado día, todos dormían cuando el teléfono de Anahí sonó.

Se despertó sobresaltada y, al mirar el reloj digital de la mesilla, vio que eran las tres y media de la madrugada.

Al tercer timbrazo, Poncho también se despertó, y cuando Anahí cogió el teléfono oyó:

—Cachorra...

Al reconocer la voz de David, se despejó de golpe y más cuando lo escuchó llorar. Cuando este le contó lo ocurrido, solo pudo decir:

—En media hora estoy ahí.

—¿Qué ocurre? —preguntó Poncho, saltando de la cama tras ella.

Con el rostro desencajado y los ojos llenos de lágrimas, Anahí susurró:

—Era David para decirme que Manuel está ingresado en el Memorial Hospital.

—Pero ¿qué ha ocurrido, cariño?

Anahí respondió mientras se vestía:

—Julio César lo ha visitado.

Sin preguntar nada más, Poncho también comenzó a vestirse con semblante pétreo y, tras avisar a Lola y a los de seguridad de que se marchaban, montaron en el coche, desde donde Poncho llamó a Andrew para explicarle lo que había pasado y decirle que reforzara la vigilancia en la casa. Antes de colgar, este quedó con ellos en el hospital.

Al llegar allí, fueron a urgencias y encontraron a David sentado al fondo, con los ojos hinchados de tanto llorar. Al verlos, se vino abajo, y Anahí lo abrazó murmurando:

—Ya estoy aquí, cariño. Ya estoy aquí.

Poncho los observaba con la mandíbula tensa y, acercándose, los abrazó a los dos. Durante un rato, David lloró, hasta que salió un médico preguntando por los familiares de Manuel Cabrera. Los tres se levantaron rápidamente y el hombre explicó:

—Sufre fuertes contusiones por todo el cuerpo y tiene un par de costillas fisuradas. La paliza que le han propinado ha sido considerable, pero está bien. Le hemos dado varios puntos en la cabeza y en la boca. Pero tranquilos, se recuperará. Está consciente y dentro de un ratito se podrá marchar a casa.

—Ay, mi Manuel, cachorra —lloró David, angustiado—. Ay, mi Manuel.

—Tranquilízate, lo importante es que está bien. Ya has oído al médico.

Minutos después, llegó Andrew, preocupado. Tras informarles de que había enviado a dos hombres más a la casa, intentó tranquilizar a David. Cuando lo consiguieron entre todos, Poncho se acercó a la máquina de café con Andrew.

—He llamado a Jake. ¡Joder, no puedo creer lo ocurrido! —masculló Poncho.

Andrew asintió, le puso una mano en el hombro y a continuación contestó:

—No te preocupes, lo solucionaremos.

Cuando regresaron junto a David y Anahí, Poncho, le entregó una tila a David y preguntó:

—¿Qué ha ocurrido exactamente?

Tras beber un sorbo de su infusión, David explicó:

—Manuel me ha llamado al trabajo a eso de las dos y cuarto de la mañana. Tenía la voz trémula y apenas entendía lo que decía, pero he sabido que algo no iba bien. Asustado, me he ido del trabajo y al llegar a casa y verlo casi me muero. Tenía la cara llena de sangre. De hecho había sangre por todos lados y... y...

—Tranquilo, David, tranquilo —susurró Anahí, abrazándolo.

Cuando su amigo se volvió a calmar, prosiguió:

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora