Parte 15

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Al día siguiente, Anahí trabajó como en una nube.

Apenas podía creer lo que había pasado la noche anterior. Había estado con Poncho Herrera. Un hombre atento y cariñoso. Algo que nunca imaginó. En su rato de descanso, buscó en Google cosas sobre él y silbó impresionada por las fotos suyas que vio al lado de cantantes, modelos y actores. ¡Madre mía, nadie la creería si lo contaba!

Cada vez que se abría la puerta del restaurante, esperaba verlo entrar. No había podido quitárselo de la cabeza desde que lo dejó la noche anterior ante la puerta de su hogar. Y cuando vio entrar a un mensajero con un precioso ramo de rosas rojas, el corazón le aleteó. Al ver que el ramo era para ella, se tuvo que contener para no gritar de felicidad.

—Un ramo precioso, Anahí —le dijo su jefe.

Ella sonrió encantada. Era la primera vez en su vida que recibía algo tan bonito.

—Espero respuesta —dijo el mensajero—. Por favor, lea la nota que llevan las rosas.

Azorada por cómo la miraban sus compañeros y los clientes del restaurante, asintió y, entrando en las cocinas con el impresionante ramo, sacó la notita del sobre y leyó.

Fue una de las mejores cenas de mi vida. Me encantaría verte esta noche de nuevo.

Si es sí, dale una rosa al mensajero y te iré a buscar al evento donde trabajas. Si es no, no recibiré esa rosa.

Un beso y D_ _ _ Q_ _ S_ A T_ F_ _ _ _ _ _ _ _.

Ver que había utilizado el juego de letras la hizo sonreír. Y cuando leyó sin mucho esfuerzo «DILE QUE SÍ A TU FANFARRÓN», incapaz de decir lo contrario, cogió una rosa y, sin pensarlo dos veces, salió de nuevo al restaurante y se la entregó al mensajero.

Cuando este se marchó, volvió a entrar en las cocinas, donde, tras buscar un jarrón, puso las rosas en agua y siguió trabajando. Eso sí, con una gran sonrisa en los labios.

Aquella noche, en el evento en el que trabajaba junto con David, este, emocionado por lo que le había contado, cuchicheó mientras llenaba su bandeja de canapés de salmón:

—Ay, nena, ¡qué salseo! ¡No me lo puedo creer!

—Ni yo. Pero, solo he pensado en mí y he aceptado sin dudarlo.

—Mira, cachorra, si a un tío así le dices que no, te juro que soy capaz de buscar una catana como la que lleva Michonne de la serie The Walking Dead para cortarte la cabeza.

Ambos rieron. Les encantaba ver juntos aquella serie de zombies y justo cuando Anahí fue a contestar, el Cangrejo se acercó a ellos y dijo:

—Hagan el favor de espabilar. Los invitados están esperando.

—Sí, señor Sebastián —respondieron los dos al unísono.

Siguieron trabajando durante horas y en un momento en que Anahí estaba recogiendo unas bandejas vacías de una mesa, oyó decir a su lado:

—Señorita, por favor, ¿sería tan amable de decirme dónde puedo pedir una cerveza?

Anahí sonrió. Era él. Y, volviéndose, fue a responderle cuando el hombre que estaba junto a Poncho dijo:

—Que te la traiga ella, que para eso le pagan, ¿verdad, guapa?

Sin perder la sonrisa, Anahí asintió y, mirando a Poncho, preguntó:

—¿Qué clase de cerveza quiere, señor?

—¿Puede ser Sierra Nevada Porter?

Antes de que pudiera responder, el hombre que estaba con Poncho dijo:

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora