Los días seguían pasando y con ellos seguían también sus locos encuentros.
Pero por increíble que pareciera, la prensa hablaba de Poncho, relacionándolo cada semana con una actriz o una cantante distinta.
Eso a Anahí le molestaba, pero él ni se inmutaba. Ya estaba acostumbrado.
Una madrugada, tras una noche loca de sexo, Anahí, agotada, se quedó dormida en la cama de Poncho y este no la despertó. De pronto, abrió los ojos sobresaltada y, al mirar su reloj y ver que eran las seis y veinte, se quiso morir.
Los niños entraban en el colegio a las ocho. Debía irse de allí cuanto antes.
Al levantarse de la cama con premura, se le enganchó un pie en la sábana y cayó de bruces contra el suelo. Eso hizo que Poncho se despertara y, soñoliento, al verla de esa guisa, preguntó:
—Cariño, ¿qué haces en el suelo?
Se puso de pie deprisa y dijo, mientras se vestía dándole la espalda:
—Es tardísimo. Me tengo que ir.
Poncho miró el reloj digital que tenía en la mesilla. Eran solo las seis y veinte de la mañana y habían estado haciendo el amor hasta las cuatro. Se levantó y, sujetándola, la besó y dijo:
—Quédate. Yo lo solucionaré y...
—No —lo interrumpió ella, deshaciéndose de su abrazo—. No puedo.
Poncho la miró. ¿Por qué tenía tanta prisa? Y antes de que dijera nada más, Anahí preguntó:
—¿Me prestas tu coche? Te juro que te lo devolveré sano y salvo.
—¿Por qué tienes tanta prisa?
Sin ganas de contestarle, endureció la voz e insistió:
—¿Me lo prestas o no?
Desconcertado ante su reacción, levantó las manos y murmuró:
—De acuerdo. Está en el garaje.
Anahí sonrió y, acercándose a él, lo besó en los labios y dijo:
—Ve a buscarlo luego al restaurante, ¿vale?
Poncho asintió y ella se marchó a toda prisa.
Se asomó al ventanal de su habitación, desde donde la vio salir fuera de la casa, saludar con rapidez a Melodía y entrar en el garaje. Instantes después, la vio conduciendo el R8. Cuando desapareció de su vista, derrapando, Poncho se dejó caer en la cama de nuevo y se durmió. Estaba agotado.
Anahí disfrutó de la conducción de aquel coche. ¡Era impresionante! Le recordaba su pasado y, aunque eso la hizo sonreír, no le gustó.
Al llegar a su casa, Manu estaba dormido en el sofá. Entró con cuidado para no despertarlo y cuando casi había abierto la puerta de su habitación, lo oyó decir:
—Caerás enferma si no descansas, mi amol.
Se volvió para mirarlo y contestó:
—Lo siento. Siento haber llegado a estas horas, pero me he quedado dormida y...
—Normal, cariño... normal. —Y levantándose para regresar a su casa, añadió—: Por la hora que llegas no te preocupes. Preocúpate por ti, porque a este ritmo ya te digo que vas a caer enferma. Además, tienes ojeras. ¿No te miras al espejo?
Y, tras guiñarle un ojo, se marchó.
Anahí se desnudó y se metió bajo la ducha. Aquello la espabilaría.
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Todo de mi (AyA Adaptación)
FanfictionPoncho Herrera es un guapo, adinerado y exitoso compositor de música puertorriqueño. No hay mujer que se le resista y que olvide con facilidad su mirada verde y leonina. Anahí es una joven que con apenas veinte años tuvo que hacerse cargo de su herm...