Parte 28

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A la mañana siguiente, tras ser avisados del cambio de hospital por Anahí, Manuel, David y Andrew aparecieron en el Ronald Reagan y poco después llegó también Linda, recién aterrizada desde Minnesota.

Al verla, Anahí sonrió y la abrazó y a continuación le presentó a Poncho. Linda y él se miraron a los ojos y la mujer, emocionada por lo que Anahí le había contado, murmuró:

—Gracias por quererla y por tu ayuda.

Poncho sonrió y luego intercambió una mirada con Andrew, que no lo saludó.

Luego todos entraron en la habitación de la niña, que sonrió contenta al verlos y, emocionados, ellos la saludaron y besuquearon. Algo más tarde, los médicos acudieron a buscarla para hacerle el cateterismo y todos la acompañaron hasta el quirófano. Anahí cogió la mano de Jenny y no la soltó hasta llegar a las puertas del mismo, donde la enfermera les dijo que ya no podían continuar. Anahí se inclinó, besó la frente de su niña y dijo:

—Mami te espera aquí, ¿vale?

Jenny asintió y, mirando a Poncho, preguntó:

—¿Te quitarás la barba?

—En cuanto salga del hospital y vaya a mi casa, ¡te lo prometo!

Jenny, con gesto asustado, asió la mano de Poncho, la puso sobre la de Anahí y dijo:

—Cuida de mi mami mientras yo no estoy, ¿vale?

Poncho asintió. Y, tras darle un beso en la mejilla, añadió:

—Aquí te esperamos todos.

El doctor Gallardo, que se había unido a ellos, comentó:

—Tranquila; como ya sabe, le pondremos anestesia general y no sentirá nada.

Con una sonrisa en los labios, Jenny les dijo adiós con la manita y cuando las puertas se cerraron, Anahí se abrazó a Poncho, que dijo:

—Ya has oído al médico, todo va a salir bien.

Anahí asintió y se sentó en una de las sillas, rodeada por las personas que la querían. Cuarenta minutos más tarde, las puertas se abrieron y sacaron la camilla con Jenny dormida. Anahí se levantó rápidamente y el doctor Gallardo dijo:

—Todo ha ido bien.

Aliviada, siguió la camilla en silencio, acompañada de los otros y, una vez las enfermeras acomodaron a la niña en la habitación, se marcharon y los dejaron solos.

Anahí acarició el rostro de Jenny con cariño. Era tan bonita y tan poquita cosa... De pronto, a Poncho le sonó el móvil, así que se disculpó y salió de la habitación para atender la llamada.

Al verlo desaparecer, Manuel le dio un azote a Anahí para que lo mirara.

—¿Ves como Dios aprieta pero no ahoga? —preguntó.

Anahí sonrió. Ella no era creyente, pero en aquel instante Manuel tenía razón.

—Lo veo... lo veo...

David, que todavía no entendía cómo se había producido aquel milagro, marujeó:

—Cuéntame ahora mismo qué te hizo cambiar de opinión y por qué lo llamaste.

Anahí les contó rápidamente lo ocurrido y David cuchicheó, en el momento en que Andrew salía de la habitación:

—Eres una chica con suerte; lo sabes, ¿verdad?

Ella asintió. Sin lugar a dudas, tenerlos a todos a su lado era una gran suerte y, sonriéndoles, murmuró:

—La suerte es teneros a todos conmigo.

Todo de mi (AyA Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora