Un pequeño ataque

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La caminata continuó, el campo siguió viéndose eterno y ínfinito hasta el atardecer cuando empezaron a ver a lo lejos casas chicas de un pueblito pintoresco pero desolado, no es como si todos los pueblos fueran desolados pero era muy evidente que los cercanos a la mansión Malfoy, donde residían mortifagos y hasta el mismo Voldemort, estarían abandonados. La brújula mágica había hecho su trabajo dándoles el camino más directo, fue la razón por la que llegaron al atardecer, y más que claro también porque no era un bosque o colinas con caminos más difíciles y no uno recto y lineal como lo era este.

Lia bajo del pequeño muro que separaba el campo y el pueblo, dio un paso grande casi un salto apoyándose de Regulus quien la miró con el ceño fruncido por el uso que le había dado, ella no se dio cuenta debido a las casas abandonadas que veía, una tenia las ventanas rotas y la otra ni puerta tenía, eso hacía que la chica pudiese ver algunas cosas por fuera.

-Creo que ahí hay una radio... -susurró Lia amusgando los ojos para ver mejor, Regulus dio un respiro profundo con aburrimiento- iré... lo veré

Empezó a caminar hacia la casa cercana de la derecha, camino con cuidado y sigilo tocando el marco de la puerta para observar todo el interior. Polvoso, desolado y desordenado, entró al lugar dirigiéndose a la mesita en donde había visto la radio, si era una, con cuidado la tomó pero se llenó las manos de polvo por lo que empezó a caminar por la casa, con mucho cuidado debido a los destrozos, busco la cocina y en cuanto la encontró tomo un trapo y lo lavo para quitarle el polvo, con ayuda de este empezó a limpiar la radio subiendo con esta a la segunda planta.

-Un osito... -dijo acercándose a la cómoda de una de las habitaciones más alejadas

Abajo y afuera de la casa todo era muy diferente, unos minutos después de que Lia ingresara a la casa unos ruidos muy leves se escucharon, Regulus supuso que era Lia haciendo quien sabe qué pero esos ruidos no se debían a ella, lo entendió en el momento que fue lanzado a unos metros de distancia, retornando al campo del cual Lia había salido con un saltito. Desde ese momento se desencadeno una pelea, hechizos y varitas al aire. Tres eran los carroñeros que pasaban por ahí, en modo de vigilia, buscando también la cadena perdida de uno, Regulus habría acabado con ellos de no ser porque le habían robado la varita en el primer momento, por ahora resistía muy bien contra los tres.

-Diecisiete -murmuraba Lia que salía de la casa sosteniendo una cajita de madera- semillas... -agregó revisando la caja con atención y embelesamiento

Aún no se percataba de la escena a unos metros, Regulus matándose con un carroñero que intentaba ser salvado por otro, o más bien Regulus seguía atacando a su casi desmayado rival mientras atacaba también al segundo, el restante estaba buscando algo en el piso murmurando con furia que pronto llegarían sus otros compañeros, este había sido lanzado por un gran golpe en los ojos que le habia hecho perder su varita y la de Regulus. Palpando el piso lo primero que encontró fue la varita de su rival y aunque intentó sanarse con esa varita notó que era inútil pues la lealtad de esta se lo impedía, fue la razón por la que tardó más segundos en encontrar la suya pero en cuanto lo hizo y se sanó se levantó triunfante, con la frente en alto imponiéndose y diciendo que al fin acabaría con esa pelea, claro que no fue así, antes de que hiciera cualquier cosa su varita y la de Regulus salieron volando.

-Está no es tuya -dijo Lia que ahora tenía la varita de Regulus

No sólo el hombre al que le quito la varita la miró, también Regulus y el hombre con el que se estaba peleándo, también lo habría hecho el que tenía en el suelo pero estaba tan golpeado que no podía.

-¡Acaba con la chica! -gritó el que peleaba con Regulus este volvió su vista a él pero debido a la distracción recibió un golpe reanudando la pelea

Inefable - SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora