Armas

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El risco no había sido un mal lugar pero ya hacia unos días que habían partido de ahí. El nuevo lugar en donde se situaron tenía muy cerca una cascada, se encontraban en medio del bosque, eso no era tan fascinante como parecía, pese a que la cascada le agradaba a Lia el sonido que hacía por las noches era más fuerte que el de las olas abajo del risco, debido a eso sus pesadillas eran mucho más constante y los recuerdos del suceso tráumente se volvieron más frecuentes y más realistas. En cuanto a Regulus, él tampoco había salido librado esos días pues había sentido un gran ardor en el brazo que no se le quitó en todo un día, lleno de sufrimiento; interno, en ambos casos.

-¿Como es que permaneces despierta siempre? -preguntó Regulus viendo a Lia quien estaba tirada en un sillón, despierta a duras penas- ¿Estas despierta? -inquirió pues no habia obtenido una respuesta. Afortunadamente esta vez la obtuvo pero no de manera verbal pues Lia solo se encogió de hombros sin saber ella misma sí realmente estaba despierta o ya estaba apunto de dormir

Normalmente Lia dormía en las tardes y solo unas pocas horas, muy pocas, cuando salían de la cabaña y se alejaban un poco de la cascada, mientras Regulus buscaba algún tipo de información o pueblito y prevenía el peligro Lia se sentaba a los pies de un árbol y cerraba los ojos sin verdaderamente poder descansar correctamente. En cuanto a las noches era el momento donde ella con disposición se ofrecía a hacer guardia, habían permanecido un tiempo en aquel lugar y aunque parecía seguro no podían confiarse.

-No vamos a sobrevivir con esto -hablo este levantándose de su asiento
-¿Uhm? -susurro Lia pues el sueño la estaba consumiendo
-Si tienes cosas básicas podri... -agregó refiriéndose a la comida pues caminaba hacia la esquina de la cocina
-Yo no se cocinar y lo digo de verdad -hablo Lia esta vez claramente pues presto más atención al notar sus acciones- no soy buena en los hechizos de cocina, trate pero... uhm... -agregó recordando sus muchas fallas en la cocina de pequeña, ponía esmero y cerebro cuando trataba de cocinar pero aún así todo terminaba en un desastre
-Yo cocinaré -intervino Regulus- se los hechizos y manejarlos, no soy el me...
-Serás mejor que yo, es bastante -interrumpió ella con una suave sonrisa pues estaba alegre de que dejaran los sándwich en el pasado. Levantándose lentamente se dirigió a la mesa del centro y colocó su bolso sobre esta- está en mi bolso... voy ha... sacar algo

Lia sabía que tenía algunas cosas un poco afiladas dentro por lo que tenía que tener cuidado, no por ella o alguien más pues lo único que se dañaría sería la comida al ser cortada, granos o harinas quien sabía que podía cortar eso ya qué haciendo un accio eso podría ocurrir específicamente con esos objetos; justamente por eso decidió sacar lo más afilado solo unas cuantas cosas no todas pues se tardaría demasiado aparte de que la mayoría tenía un protector para el filo.
Empezó sacando una flechas comunes y dejándolas sobre la mesa a un lado para poder guardarlas, continuó con otras flechas especiales dejándolas en el lado contrario, sacó al mismo instante la daga que había colocado sin su protector, sacó la flamberge y fue cuando Regulus elevó las cejas al fin nuevamente sorprendido. Él decidió no decir nada pues Lia seguía sacando objetos, cuando al fin sacó lo que debía agarró su varita y con un movimiento de su parte empezaron a salir todos los productos colocándose en los armarios de la esquina, listo todo para cocinar.

-¿Eso fue todo? -preguntó él sabiendo que probablemente no era así
-¿La comida? -dudo Lia y este sonrió pues le causo gracia que no hubiese entendido- ah, no... sí, si las debidas para que nada se rompiera, las colecciono no soy... lo digo, por las dudas
-Lo supuse -dijo mientras caminaba hacia la cocina- las armas de Muggles no sirven cuando tus enemigos tienen varitas
-Si lo hacen -defendió Lia a sus armas, teniendo un recuerdo muy claro; cuando Sirius había sido atacado y ella no sabía la ubicación de su varita, su ballesta la había salvado a ella y a su padre- sirvió cuando tú me ataste -agregó justo antes de que este negara lo primero que había dicho

Inefable - SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora