Lestrange

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La chica corrió fuera del lugar, dejó la puerta del piano blanco atrás, sin querer escuchar nada de lo que ocurriese ahí, corrió a tan gran velocidad que su capucha ya no estaba cubriendo su rostro, aún así eso era en lo que menos pensaba, observó su brújula mágica luego de correr mucho, pues su único motivo era alejarse y en cuanto lo hizo al fin pudo pensar en lo que debía de hacer, lo que había venido a hacer y no cambiar de idea en último minuto como alguien a quien no quería recordar.

-Boo... Lia... -del otro lado había alguien observándola sin saber muy bien si la muchacha que veía era quien creía, no era nada bueno, de no ser quien era o de ser quien creía, ya no era la bebe que abriría y cerraría sus manos en un gesto de amabilidad, era claro que ahora lo odiaba

Lia respiraba entrecortadamente sintiendo que tenía algo atorado en la garganta, estaba cansada, trataba de recuperar el aliento por lo rápido de su correr, analizando un poco lo que indicaba la brújula sin saber muy bien que hacer, sin poder concentrarse como se debía.

-¿Qué haces aquí? -habló con desprecio un hombre de cabellera blanca y larga, dirigiéndose al hombre que veía a Lia
-La señora Narcissa me mando a buscar la varita del joven Malfoy, su varita la varita que le pres...
-¿Por qué?
-Hablaba con Olivander, creo que quiere hacerse o hacerle a su hijo otra varita mientras...
-Ya, callate -lo freno molesto, enojado de que pensara que no entendía a lo que se refería con estar hablando con Olivander

Lucius Malfoy siguió su camino hacia las escaleras bajas sin noticias de nada, cuando el hombre volteó para ver si Lia seguía en el mismo lugar se percató que ya no había rastro de ella, no dijo nada pues no se lo habían preguntado, no iba a decir nada de no ser así pero de lo contrario, como antes y siempre, habría salvado su pellejo sin importarle nadie más que él.

La chica había escuchado la aguda y chirriante voz de Pettigrew, notando lo que ocurría a unos metros de ella, se había agachado con rapidez escondiéndose a gachas en el muro más cercano, estando ahí había gateado hasta llegar a las escaleras, siendo las escaleras escondidas en forma de caracol decidió subir, de todas maneras su brújula mágica apuntaba en esa dirección. Subió a todo lo que le daba las piernas, se cubrió la cabeza de nuevo y puso delante suya la brújula mágica, caminando a dónde la dirigía, más lejos y más lejos lo más lejos que podía, a la esquina más lejana y alta de la mansión. Encontró otro salón vacío, como con el piano blanco había otra puerta, una parte suya no quiso entrar sabiendo lo que había ocurrido al entrar a la anterior puerta, aún así la brújula apuntaba ahí, confusamente pues desde ya hace un rato se movía como si estuviera descompuesta, precisamente por eso tenía más miedo, tomó con fuerza el frasco con el recuerdo de Dumbledore y camino hasta llegar a la puerta, tomo el pomo con algo de miedo y lo abrió, no había mucho que decir, un cuarto de tamaño medio sin ventanas, cerrado por completo con algunas velas altas que iluminaban el lugar, aunque lo que más iluminaba el cuarto era lo que estaba en el medio, lo que tanto esperaba, el pensadero, un plato ancho, del cual aún no veía su profundidad, estaba puesto en el centro de una fuente de piedra maciza, una escena como el de la cueva encantada pues no había nada más después de la fuente de piedra con brillo extraño, ningún recuerdo, ninguna estantería, ninguna ventana, ningún otro artefacto.

-Ahh -suspiro profundamente observando el frasco del recuerdo

Lia apretó los labios sin saber que hacer, no porque no quisiera ir a ver el recuerdo simplemente estaba recordando la cueva y nada de lo que ocurrió sumergiéndose en esta la ayudaba a relajarse, dio pasos sin estar completamente consciente de estos y llegó hasta el pensadero, quito el corcho del frasco del recuerdo y lo miró una última vez antes de llenarlo a la fuente, vio como ese recuerdo se iluminaba y esparcía en el contenido del pensadero, iluminándolo un poco más, respiro profundamente apoyándose en la fuente de piedra para poder sumergir su cabeza sin que tuviese el reflejo de resistirse.

Inefable - SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora