Un mortífago y una chica

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Al anochecer estacionaron el auto a un lado de la carretera adentrándose un poco al bosque para abrir la tienda de campaña. La noche había llegado antes de encontrar algún pueblo por lo que decidieron descansar para continuar al amanecer, cosa que sería más fácil con su nueva adquisición.

-Es cómodo -decía Lia que estaba recostada sobre el asiento reclinado en un ángulo de cuarenta y cinco- no fue una mala compra... -murmuró observando el techo del carro
-Robo -la corrigió Regulus sin quitar su vista del frente aunque tenía una mano fuera de la ventana, sosteniendo el timón solo con una mano
-¿La... pomada a ayudado un poco? -preguntó Lia volviendo el asiento a su estado inicial, observando el brazo de Regulus específicamente donde tenía la marca
-¿Uhm? -habló confundido y al verla se percató a que se refería, volvió a mirar al frente y respondió- si... -asintió aunque Lia no confió pues era claro que que poco podía hacer la pomada, aunque bajaba el dolor, un poco, las últimas llamadas de Voldemort eran tan persistentes para todos sus mortifagos que nada seria de mucha utilidad

Lia no pregunto más por eso, comenzó jugar con su bolso abriéndolo de vez en cuando para sacar uno que otro dulce.

-Puedo conducir yo -sugirió Lia pues había dormido una siesta y le parecía injusto ser solo ella la que descansara aunque no se habría quejado si él hubiese dicho no
-Bien -aceptó él y Lia sonrió fingidamente feliz

Detuvo el carro a un lado de la carretera y Lia tuvo que darse la vuelta nuevamente, Regulus ya estaba en el otro asiento recostado como Lia hace unos minutos. Ella tomo el volante sin tantos nervios como la primera vez y se sentó como si empezara a jugar un videojuego realista. Empezó a conducir como había recordaba había practicado y averiguado teóricamente. Iba lento, muy lento, pero poco a poco incrementaba un poco más la velocidad, hasta llegar a la velocidad permitida de muggles.

-Así se despista a... -susurró explicando o justificando su lentitud, o más bien su miedo preventivo de no chocar, o de no controlar el auto
-Yo no dije nada -intervino él lanzando un dulce de Lia al aire y agarrándolo nuevamente con facilidad- ¿Te enseñaron a manejar? -pregunto algo distraído por el dulce que lanzaba y volvía a tomar, una que otra vez chocaba en el techo acelerando su caída
-Uhm... algo así -respondió ella pensativa- ¿Y tú? Pensé que odiabas estas cosas -dijo mirándolo pero volvió la vista al frente con rapidez al imaginar algún accidente
-No me gustan, son lentas, no lo digo por tu velocidad -agregó pues Lia se había girado uno segundos- es por el máximo de velocidad de todos sus coches -Era verdad para cualquier mago la velocidad más alta de los Muggles era una ridiculez, esa era la razón por la que con los Muggles jamás se percataban de ellos, iban a grandes velocidades- ah, claro y por qué son artefactos de muggles no se puede esperar mucho
-Uhmm
-De no ser por mi hermano, Sirius -agregó como si Lia no lo recordara- no sabría nada, no es como si me enseñara pero se la pasaba hablando tanto de esto que fue inevitable no conocerlo y luego ver qué tal era..., gran decepción

Ambos tenían una respuesta parecida, o por lo menos en ambas historias era mencionada o pensaban en la misma persona.

Lia manejo hasta llegar a las entradas de una ciudad, se detuvo para llenar el combustible, antes de dos personas pues tuvo que vigilar lo que hacían para así poder imitarlas bien, fue todo un éxito por lo que volvió a conducir hasta llegar al centro de la ciudad donde había más gente y más carros por lo que tuvo que buscar un estacionamiento.

-Deben de estas por aquí también, así que... -decía Lia mientras caminaban
-Yo solo he visto a unos carroñeros -dijo Regulus despreocupado por lo que Lia lo miro sorprendida, ella no había visto ninguno y creía que no estaban por donde ellos pero Regulus había confirmado haberlos visto
-¿Dónde? -preguntó ella asustada
-Ahí hay uno -aún despreocupado señaló con la mirada a un hombre que estaba parado en una esquina dando vueltas de un lado a otro con cierto nerviosismo
-¿Ese de ahí? -preguntó Lia amusgando su vista, asustada
-Sí, hace un rato nos cruzamos con él, pasó al lado tuyo

Inefable - SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora