Capítulo 28. Ana Fulemann

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Era una tarde cuando el Asth de dieciocho años decidió fugarse del campo de entrenamiento, estaba cansado de aguantar las burlas y bromas que sus propios compañeros le hacían, y sobre todo estaba harto del mal trato que le daban ciertos maestros. Damian y Aylin intentaron evitar que se fuera, después de todo si salía sin autorización lo castigarían, y aunque llevaban poco tiempo de conocerse ellos consideraban a Asth un amigo, aunque para él solo eran simples compañeros.

A Asth le gustaba mucho el mundo humano, porque se dejaban llevar por la ley del más fuerte, y cuando Asth iba al plano humano, él era el más fuerte. En innumerables ocasiones se metió en peleas clandestinas con los humanos, y siempre salía victorioso, cuando luchaba contra los humanos se imaginaba que eran sus maestros o aquellos que lo menospreciaban. Así que en aquella ocasión necesitaba sacar su enojo de alguna manera. Asth se dirigió hacia el lugar donde siempre luchaba, sin embargo al cruzar por un callejón escuchó unos gritos pidiendo ayuda.

- ¡No! ¡No por favor! Suéltame, te prometo que no se lo diré a nadie – una chica sollozaba, mientras tres personas intentaban quitarle la ropa por la fuerza

- A mí nadie me va a rechazar, y mucho menos alguien como tú – dijo el más alto del grupo. Asth iba a pasar por alto, iba a darse media vuelta como si no hubiera visto nada, pero aquella chica lo vio. Ahora ella se encontraba tirada abrazando fuertemente sus prendas, Asth creyó que le iba a gritar para que la ayudara pero ella no lo hizo, solamente cerró sus ojos llorosos, como dándose por vencida.

Asth susurró un "lo siento" para sí mismo y comenzó a alejarse, pero de pronto como si sus pies no le obedecieran dio la vuelta y regresó a ayudar a aquella humana. Sin el más mínimo esfuerzo tomó a cada uno de los chicos por sus camisas y los empujó lejos para que la soltaran, cuando estos cayeron, Asth se acercó a la chica y la ayudó a pararse, pero sus piernas no le respondían. Trató de ayudarla nuevamente pero era tarde para huir, los tres chicos ya se encontraban de pie corriendo hacia él listos para golpearlo. Asth era mucho más ágil que los humanos y los años de entrenamiento no habían sido en vano, sin mucho esfuerzo derribó a cada uno. Cuando los humanos vieron que no podían ganarle a Asth decidieron atacar a la chica, se turnaban para distraerlo e intentar tomar a la humana, sin embargo el Daemon no se los permitió.

- Solo espera a que volvamos a clase de nuevo, ahí no tendrás a nadie que te defienda – fueron las últimas palabras de los chicos antes de huir hacia rumbo desconocido

- Muchas gracias por ayudarme – la chica intentó tocar a Asth, pero este dio un paso hacia atrás – Ahora mismo no traigo dinero pero puedo pagarte después

- No es necesario, solo ya vete de aquí antes de que esos tipos vuelvan – Respondió Asth mientras trataba de ocultar lo más que podía sus cuernos y sus orejas con la gorra de su sudadera

- Tan si quiera dime cómo te llamas – Asth miró por primera vez detenidamente a la humana. Se veía más joven que él, era delgada y no muy alta, y a pesar de haber vivido hace unos momentos los minutos más horribles de su vida, su rostro reflejaba la amabilidad en todo su resplandor.

- Astaroth – la chica abrió los ojos sorprendida

- ¿Acaso eres un demonio? No, no lo creo. Yo pienso que eres un Ángel, muchas gracias Astaroth, yo me llamo Ana Fulemann

Después de aquella ocasión el Daemon no pudo sacar de su mente a aquella humana, nunca nadie le había sonreído así, tan llena de agradecimiento. Y por un momento se sintió mal por no haberla acompañado a un lugar más transitado. Pasaron los días y parecía que todo iba como siempre en la vida de Asth, no fue hasta una noche cuando soñó con la humana, en sus sueños alguien nuevamente la estaba intimidando e insultándola, Asth se despertó de golpe y recordó las palabras de aquellos chicos "Solo espera a que volvamos... no tendrás a nadie que te defienda". Es así como inició la búsqueda de la humana, el Daemon no sabía dónde vivía o a que escuela asistía, solo sabía que se llamaba Ana Fulemann.

Preguntó a desconocidos en la calle, incluso fue capaz de beber una poción que transformaba la apariencia a la de un humano, dicha poción causaba un dolor insoportable y por ella, Asth fue capaz de beberla. Tardó cerca de un mes de dar con su paradero, cuando preguntando por fin alguien le pudo decir donde vivía. La casa de Ana era humilde, era pequeña, estaba hecha de madera con algunas zonas de ladrillo y algunas maderas tenían pequeños agujeros que habían sido rellenados con barro, independientemente de eso Ana parecía estar feliz en su hogar con su padre, sin embargo, algo le decía que el padre de Ana no sabía del incidente. Asth solo la miraba de lejos, principalmente cuando salía sola, se aseguraba que nadie la molestara, se ocultaba pensando que ella nunca se daría cuenta.

- Hola ¿quieres comer? – Asth se asustó cuando alguien le tocó el hombro. Era Ana quien se encontraba detrás de él – Mi padre te ha visto rondar alrededor del vecindario y me preguntó si eras mi amigo, como le dije que sí me dijo que te invitara a comer – Asth se quedó sin palabras, él pensaba que se había ocultado perfectamente

Desde esa vez ahora que Asth viajaba al plano humano, siempre iba a la casa de Ana, incluso llegó a ser muy cercano con su padre, claro que siempre que los visitaba se transformaba en humano. Conoció muchas cosas que no sabía de los humanos, pero principalmente conoció a Ana. Ella vivía únicamente con su padre, ya que su madre los había abandonado cuando ella solo tenía tres años, su padre trabajaba en una empresa, pero en un corte de personal por falta de presupuesto terminaron despidiéndolo, así que ahora se dedicaba a arreglar algunos aparatos electrodomésticos.

Ana tenía diecisiete años, un año menor que el Daemon, y actualmente cursaba el penúltimo año en uno de los institutos con mayor prestigio, todo esto gracias a que se había ganado una beca ahí, por lo que apenas había sido transferida, y ella cuenta que fue ahí cuando comenzó su infierno.

- Todos son hijos de empresarios, de doctores, incluso uno que otro de famosos, es decir, todos son adinerados, menos yo, cuando recién entré, entré muy feliz y emocionada, sobre todo porque a mi padre le enorgullecía que me haya ganado un lugar en la mejor escuela. Siempre había sido muy sociable, así que pensé que nada cambiaría, recuerdo que mi primer día de clases fui el centro de atención, muchos se acercaban para saludarme y eran amables conmigo, porque pensaban que era hija de alguien importante. Mi martirio comenzó cuando rechacé a un chico de ahí, al parecer nunca nadie le había dicho un no, desde aquel día empecé a quedarme sola, nadie me miraba ni me hablaba y después corrió la noticia que yo no era hija de ningún funcionario, que había llegado ahí gracias a que me gané una beca del cien por ciento. Me comenzaron a molestar, a jugarme bromas pesadas y a insultarme, sabían que ellos eran intocables y si me hacían lo que fuera, yo no podría defenderme. Nunca me habían molestado fuera de la escuela, hasta aquella vez, cuando te conocí.

- ¿Y no le has dicho a tu padre? Si él lo supiera no te dejaría quedarte en esa escuela un segundo más

- Ya solo me queda el otro año, he aguantado lo suficiente. Además ahorita estamos de vacaciones, no volveré a verlos hasta dentro de dos meses, así que me repondré lo suficiente

La amistad entre ambos fue creciendo con el paso de los meses, al Daemon le gustaba la forma de ser de Ana, sobre todo porque ella no preguntaba sobre él, solo una vez fue suficiente para decirle que no le guastaba hablar sobre él y ella lo entendió. Además celebraron juntos sus cumpleaños, Asth no sabía exactamente la fecha de su nacimiento, es más, ni siquiera los celebraran en Ashkaly, pero le mintió a Ana para hacerle creer que cumplían el mismo día. La humana aunque no lo sabía, había sacado a relucir lo mejor del Daemon, Asth nunca había sido tan feliz, incluso Damian y Aylin lo habían notado, "no pensé que admiraras tanto a los humanos " le había dicho Aylin a Asth en una ocasión, pues ellos no sabían de su amistad con la humana.

Sin embargo así como también pasaron los meses en el plano humano, en Ashkaly Asth comenzó a ser convocado por la facción para ser enviado junto con otros más a varias misiones, por lo que ya no visitaba tan seguido a Ana, y eso en gran medida le hacía sentir mal. Incluso recordó su charla antes de marcharse a su siguiente misión.

- ¿Tres semanas? Recuerdo que así me dijiste una ocasión y volviste pasado del mes

- Te lo prometo que serán tres semanas, volveré aunque no haya terminado mi trabajo

- Está bien, igual no te preocupes, desde hace tres meses no me han vuelto a molestar ni en la calle ni en el instituto

- ¿Estás segura? No tienes por qué ocultarlo

- Enserio, ve con cuidado – Asth se despidió pero antes de irse la humana lo retuvo abrazándolo por la espalda – Gracias por ser mi único amigo

ASHKALY: en búsqueda de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora