Era de noche y llovía bastante y yo me encontraba tumbada en el sofá de mi piso viendo una película de dibujos hasta que tocan el timbre con insistencia. Me extraño ya que no esperaba a nadie y con este tiempo a quien se le ocurrirá salir de su casa. Así que me levanto del sofá y me dirijo a abrir la puerta.
- Ale ? - digo viendo a la persona que se encontraba detrás de la puerta.
- Puedo pasar - dice mientras yo lo examino de arriba a abajo viendo que esta totalmente empapado.
- Claro, pasa - digo aparatándome para dejarlo entrar y cerrando la puerta una vez a entrado dentro.
- Se puede saber que haces aquí, con la que esta cayendo fuera.
- Necesito hablar algo super importante contigo - dice quitándose la chaqueta que se encontraba mojada.
- Y no podías esperarte a mañana - digo mientras me cruzo de brazos y lo miro seria.
- No puedo, tengo que decírtelo sino siento que voy a reventar.
- Bien, dime la importante que me tienes que decir.
- No se si te habrás dado cuenta, pero estoy totalmente enamorado de ti. No hay una maldito día en que no piense en ti, me tienes a tus putos pies - dice dejándome totalmente impactada por su confesión.
- Yo pensaba que te gustaba Alejandra - digo confundida.
- Para nada, la única mujer que me gusta eres, la mujer con la que me quiero casar y que sea madre de mis hijos - dice acercándose a mi, haciendo que nuestras respiraciones se mezclen, nuestros labios se rocen y nuestras miradas se conecten.
- Ale, yo también estoy enamorada de ti, desde la primera vez que me dedicaste aquel gol.
A lo que Ale me coge de la cara y junta nuestros labios en un beso lleno de amor y deseo.
- Te quiero princesa- dice separándose del beso.
- Y yo a ti pero tienes que cambiarte, vas todo mojada y podrías resfriarte.
- A tus ordenes princesa - dice haciendo el gesto militar de saludo.