Camavinga

1K 21 0
                                    

Todo comenzó cuando conocí a Eduardo Camavinga, un futbolista del Real Madrid, durante un evento benéfico en Madrid. Desde el momento en que nuestras miradas se encontraron, supe que había algo especial entre nosotros.

Eduardo era encantador, con una sonrisa que iluminaba la habitación y una personalidad magnética que me atrajo de inmediato. A pesar de las advertencias de mi familia sobre involucrarme con un futbolista, no pude evitar sentir una conexión profunda con él.

Sin embargo, a medida que nuestra relación se profundizaba, las tensiones con mi familia aumentaban. No podían entender cómo podía estar interesada en un futbolista, y mucho menos en uno que jugaba para un equipo tan importante como el Real Madrid. Intentaban convencerme de que Eduardo solo traería problemas y decepciones, pero yo sabía que no podía ignorar lo que sentía por él.

Un día, mientras discutíamos sobre nuestro futuro juntos, Eduardo me tomó de la mano con ternura y me miró a los ojos con determinación.

—  _______, sé que las cosas no son fáciles entre nosotros, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a luchar por nuestro amor. No me importa lo que diga tu familia, lo único que me importa eres tú —dijo Eduardo, su voz llena de sinceridad y amor.

Sus palabras me llenaron de esperanza y fortaleza. A pesar de las adversidades, sabía que no estaba sola en esta lucha.

—Eduardo, te creo. Sé que podemos superar cualquier obstáculo juntos. Mi familia eventualmente entenderá que eres diferente a lo que ellos piensan —respondí, decidida a enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en nuestro camino.

A medida que pasaban los días, Eduardo y yo continuamos luchando por nuestro amor, enfrentando la desaprobación de mi familia con valentía y determinación. A pesar de los desafíos, nuestra conexión solo se fortalecía con el tiempo, y su apoyo inquebrantable me daba la fuerza para seguir adelante.

Finalmente, después de meses de lucha, mi familia comenzó a ver a Eduardo por quien realmente era: un hombre amoroso, comprometido y dedicado a hacerme feliz. Se dieron cuenta de que las malas experiencias de otras personas no definían nuestra relación, y comenzaron a aceptar nuestro amor con los brazos abiertos.

La tarde caía lentamente sobre Madrid cuando Eduardo y yo nos sentamos en el acogedor sofá de nuestra casa, compartiendo un momento de tranquilidad después de un día agitado. La luz dorada del atardecer se filtraba por las ventanas, pintando el ambiente con tonos cálidos y reconfortantes.

— Jolie , ¿alguna vez has pensado en cómo ha cambiado todo desde que nos conocimos? —preguntó Eduardo, su mirada perdida en el horizonte mientras acariciaba mi mano con ternura.

—Todo ha cambiado, pero de la mejor manera posible. Nunca imaginé que nuestro amor podría superar tantos obstáculos y crecer de esta manera. Eres mi roca, amor, mi compañero en todo —respondí, sonriendo mientras me acomodaba más cerca de él.

Eduardo asintió con una sonrisa, sus ojos brillando con afecto y gratitud.

—Y tú eres mi inspiración, jolie. Nunca dejaré de admirar tu fuerza y ​​determinación para enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino —dijo, sus palabras llenas de sinceridad y amor.

Nos quedamos en silencio por un momento, perdidos en nuestros pensamientos mientras el crepúsculo se extendía sobre la ciudad. Luego, Eduardo rompió el silencio con una pregunta que había estado en su mente desde hacía algún tiempo.

— ¿Alguna vez has pensado en lo que nos depara el futuro? ¿En dónde nos vemos en unos años? —preguntó, su tono lleno de curiosidad y anticipación.

Tomé un momento para considerar su pregunta, reflexionando sobre las posibilidades y sueños que compartíamos.

—Me veo a mí misma a tu lado, amor, enfrentando cada desafío y celebrando cada victoria juntos. Quiero seguir explorando el mundo contigo, construyendo una vida llena de amor, aventura y significado —respondí, mi voz llena de esperanza y determinación.

Eduardo sonrió, su mirada encontrando la mía con una mezcla de emoción y gratitud.

—Yo también me veo a tu lado, jolie. No importa lo que nos depare el futuro, sé que juntos podremos superarlo todo. Eres mi todo, mi amor —dijo, sus palabras resonando en el aire con una promesa de eternidad.

Nos abrazamos con fuerza, sintiendo el calor reconfortante del otro mientras el mundo seguía girando a nuestro alrededor. En ese momento, supe que no importaba lo que el futuro nos deparara, mientras estuviéramos juntos, podríamos enfrentar cualquier desafío y conquistar cualquier obstáculo que se interpusiera en nuestro camino. Porque cuando se trata del verdadero amor, no hay límites ni barreras que puedan contener su poder. Y mientras Eduardo y yo sigamos juntos, sé que nuestro amor seguirá siendo la fuerza que nos guía a través de todas las alegrías y desafíos que la vida nos presente.

One shots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora