Pablo Gavi

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Habíamos compartido risas, lágrimas, y cada uno de nuestros secretos más profundos. Pablo y yo éramos como dos almas que se encontraron en medio del caos y decidieron abrazarse en lugar de huir. Nuestra relación fue intensa, llena de pasión y complicidad, pero el destino nos llevaba por caminos separados.

Nos encontramos en aquel parque donde solíamos pasear de la mano. Las hojas caídas crujían bajo nuestros pies mientras el viento jugaba con nuestros cabellos. Aunque el sol brillaba en el cielo, sentía un nudo en el estómago, sabiendo que este sería nuestro último encuentro.

— Pablo, ¿cómo llegamos a esto? — le pregunté, desviando la mirada por un momento.

Él suspiró y me tomó suavemente de las manos. Sus ojos, que una vez habían sido mi refugio, ahora reflejaban tristeza.

— No lo sé, amor. A veces la vida nos lleva por caminos inesperados, y debemos seguir adelante aunque duela.

Me mordí el labio inferior, conteniendo las lágrimas. Miré al suelo antes de volver a encontrarme con sus ojos.

— Fui tan afortunada de encontrarte, Pablo. Has sido mi luz en los días oscuros y mi refugio en la tormenta.

Él sonrió con melancolía, acariciando mi mejilla con ternura.

— Tú fuiste mi inspiración, mi musa. Cada momento contigo fue una chispa que iluminó mi vida.

Nos abrazamos con fuerza, como si quisieramos fundirnos en uno solo y desafiar al destino. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras le confesaba lo que llevaba tanto tiempo guardando en mi corazón.

— Pablo, tú fuiste una experiencia maravillosa. No importa cuánto duela este adiós, siempre llevaré conmigo los recuerdos que construimos juntos.

Él besó mi frente con delicadeza, tratando de contener su propia emoción.

— Tú lo fuiste todo para mí, amor. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy por haberte tenido en mi vida.

Nos separamos lentamente, como si cada segundo que pasábamos separados fuera una eternidad. Me limpié las lágrimas y, con una sonrisa triste, le dije:

— Este no es el final, Pablo. Aunque nuestros caminos se separen, siempre llevaré un pedazo de ti conmigo.

Él asintió, sus ojos expresando la misma promesa silenciosa. Nos dimos un último beso, cargado de amor y despedida, antes de alejarnos en direcciones opuestas. Aunque nuestras vidas tomaran rumbos distintos, el amor que compartimos sería un capítulo inolvidable en la historia de ambos.

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