Ander Astralaga

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Desde que tengo memoria, Ander y yo hemos sido vecinos. Crecimos juntos, compartiendo secretos de infancia, aventuras en el vecindario y el sueño de alcanzar nuestras metas. Él siempre fue un chico encantador, con una sonrisa que podía iluminar hasta el día más oscuro. Y yo, bueno, siempre fui la chica de al lado, la que estaba allí para él en cada paso del camino.

Ander siempre ha tenido una pasión desbordante por el fútbol. Recuerdo cómo solía pasar horas y horas pateando la pelota contra la pared del garaje, soñando con el día en que se convertiría en un verdadero profesional. Y ese día finalmente llegó cuando firmó con el FC Barcelona B. Estaba tan emocionado por él, y al mismo tiempo, un poco nerviosa de que su vida cambiara demasiado y nos separara.

Sin embargo, nuestro lazo nunca se rompió. Ander siempre encontraba tiempo para estar conmigo, incluso con su horario de entrenamiento apretado. Y esa noche especial en la que nuestros sentimientos se transformaron, fue como un sueño hecho realidad.

Estábamos en mi balcón, mirando las estrellas, como solíamos hacer de niños. El aire era fresco y la ciudad parecía envuelta en un manto de calma. Ander se volvió hacia mí, sus ojos brillando con ternura.

"_______", dijo suavemente, su voz resonando en la tranquilidad de la noche. "Hay algo que he querido decirte durante mucho tiempo."

Mi corazón latía con fuerza mientras esperaba sus palabras. "¿Qué es?" pregunté, apenas susurrando.

Ander tomó mi mano con delicadeza, como si temiera romper el hechizo de aquel momento mágico. "________, he estado enamorado de ti desde que éramos niños. Eres mi mejor amiga, mi confidente, mi todo. No puedo imaginar mi vida sin ti."

Las lágrimas comenzaron a empañar mis ojos, emociones abrumadoras inundando mi ser. "Ander, yo también... siempre he sentido lo mismo", confesé, apenas capaz de contener la emoción en mi voz.

Y entonces, en medio de la quietud de la noche, Ander se inclinó y me besó suavemente. Fue un beso lleno de años de complicidad, de amor silencioso que finalmente encontraba su voz. En ese momento, supe que estábamos destinados a estar juntos, no solo como amigos, sino como amantes, compartiendo cada alegría y cada desafío que la vida nos tenía preparados.

Desde entonces, cada día junto a Ander ha sido como un sueño hecho realidad. Y mientras lo veo jugar en el campo, sé que no importa dónde nos lleve la vida, siempre estaremos juntos, enfrentando el mundo como el equipo imbatible que siempre hemos sido.

Los años pasaron rápidamente, y con cada uno de ellos, nuestro amor solo creció más fuerte. Ander continuó persiguiendo su sueño en el fútbol, y finalmente llegó el momento que estábamos esperando con ansias: el día en que fue convocado para jugar en el primer equipo del FC Barcelona.

Recuerdo el momento como si fuera ayer. Estaba en las gradas, con el corazón latiendo desbocado, mientras veía a Ander calentar en el campo. Lo habían llamado para reforzar la portería en un partido crucial.

A medida que el partido avanzaba, la tensión en el estadio era palpable. Y entonces sucedió. El portero titular se lesionó y, en un giro del destino, Ander fue llamado a la acción. Vi cómo se dirigía hacia el arco, con determinación en cada paso, listo para enfrentar el desafío más grande de su carrera.

Cada ataque del equipo contrario era un desafío, pero Ander se mantuvo firme como una roca. Sus reflejos eran impecables, sus movimientos precisos. Cada vez que detenía un disparo, el estadio estallaba en aplausos y vítores.

Y entonces, en los minutos finales del partido, llegó el momento decisivo. El equipo contrario lanzó un tiro penal, y Ander estaba allí, en el centro del escenario, con todo el peso del partido sobre sus hombros. Respiró hondo, se concentró y se lanzó hacia la pelota con una determinación feroz.

El silbato del árbitro resonó en el aire, y el estadio estalló en jubiloso júbilo. Ander había detenido el penal, asegurando la victoria para el Barcelona. Fue un momento de triunfo indescriptible, y mientras veía a Ander ser levantado en hombros por sus compañeros de equipo, supe que estaba presenciando algo más que un momento en la historia del fútbol.

Estaba viendo el cumplimiento de un sueño, el logro de un amor que había resistido todas las pruebas. Y en ese momento, mientras los cánticos de celebración llenaban el aire, supe que no importaba dónde nos llevara la vida, siempre estaríamos juntos, enfrentando cada desafío con valentía y amor inquebrantable.

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