Desde el primer día que Marc y yo nos conocimos, supe que algo especial estaba en marcha. Sus ojos brillantes y su sonrisa cálida iluminaban mi mundo, creando una conexión que solo se profundizaba con el tiempo. Marc era el tipo de chico que hacía todo por hacerte feliz, y nuestra historia de amor se tejía con pequeños detalles y gestos que llenaban mi corazón de alegría.
Cada día parecía sacado de un sueño. Marc se esforzaba constantemente por sorprenderme, ya fuera con un ramo de mis flores favoritas o con una cena romántica en nuestro lugar especial. Siempre encontraba maneras creativas de expresar su amor, y cada gesto era una melodía que resonaba en mi alma.
Recuerdo una tarde en la que Marc me llevó a un pequeño rincón del parque donde había preparado un picnic. La canasta estaba llena de mis comidas favoritas, y el sol de la tarde pintaba el cielo con tonos cálidos. Sentados sobre una manta, nos perdimos en una conversación que fluía con naturalidad, como si el tiempo se detuviera para permitirnos disfrutar del momento.
—Eres la razón por la que este mundo parece tan hermoso. —dijo Marc, mirándome con una ternura que hacía que mi corazón latiera con fuerza—. Quiero hacerte feliz todos los días.
Sus palabras resonaron en mi corazón, y supe que estábamos construyendo algo especial. Marc no solo decía que me amaba, lo demostraba con cada acción. Desde pequeños detalles cotidianos hasta grandes gestos, su amor era una constante en mi vida.
Una vez, organizó una noche de películas en casa, proyectando nuestras películas favoritas y preparando todos mis aperitivos preferidos. La atención al detalle era asombrosa, y mientras nos acurrucábamos en el sofá, supe que había encontrado a alguien que entendía mi corazón.
—Eres mi musa, _______. Quiero ser la razón de esa sonrisa tuya todos los días —me confesó Marc, acariciando mi mejilla con ternura.
Nuestra relación floreció con el tiempo, y cada día descubría nuevas capas de su personalidad amorosa y dedicada. Marc siempre estaba ahí para hacerme sonreír, para apoyarme en mis sueños y para ser mi refugio en los días difíciles. Se esforzaba constantemente por hacerme feliz, y su amor se manifestaba en pequeños gestos cotidianos que llenaban mi corazón de gratitud.
Una tarde soleada, Marc me sorprendió con una invitación especial.
—_______, quiero que conozcas a las personas más importantes en mi vida. Mi familia. ¿Te gustaría venir a cenar con nosotros esta noche? —dijo con una sonrisa nerviosa.
Acepté emocionada y, esa noche, me encontré caminando hacia la casa de Marc con un ligero nerviosismo en el estómago. A medida que me presentaba a su familia, sentí el calor de su amor y la bienvenida en cada abrazo y sonrisa.
La cena transcurrió en medio de risas, historias y el agradable bullicio de una familia unida. Marc me tomó de la mano durante la cena, una muestra sutil de su apoyo y cariño, haciéndome sentir parte de algo más grande.
Después de la cena, Marc y yo salimos al patio trasero, donde las luces titilaban suavemente en la cálida noche. Sentados juntos en un banco, observamos las estrellas mientras compartíamos historias de nuestras vidas. Marc me miró con ojos llenos de amor y cariño.
—______mi amor, estoy agradecido de tenerte en mi vida. Quiero que formes parte de mi familia, de mi historia. Eres mi todo.
— Tu también lo eres todo para mi Marc- dije abrazándolo.
Sus palabras resonaron en mi corazón, y supe en ese momento que estábamos construyendo algo especial. Marc no solo estaba compartiendo su familia conmigo, sino que también me estaba invitando a formar parte de su mundo, a ser parte fundamental de su felicidad.
A medida que la noche avanzaba, me di cuenta de que Marc no solo me amaba a mí, sino que también amaba la idea de un futuro juntos. Nos quedamos bajo las estrellas, abrazados, sintiendo la conexión que se profundizaba entre nosotros. Marc había iluminado mi vida con su amor, y ese día se convirtió en un capítulo más de nuestra historia, llena de amor, felicidad y la promesa de un mañana juntos.
