Marc Bernal

557 23 0
                                    

El sonido de la música llenaba la habitación, creando un ambiente cálido y acogedor. Era una de esas fiestas universitarias donde todos parecían relajados, disfrutando del final de un semestre que se había sentido interminable. La luz suave del atardecer se filtraba por las ventanas, y las risas y conversaciones se mezclaban con el crepitar de la chimenea en la esquina de la sala.

Yo estaba apoyada contra la pared, observando a la multitud, con una copa en la mano y la mente en otro lugar. No había planeado venir, pero mis amigas habían insistido, y finalmente cedí. Ellas decían que necesitaba distraerme, que dejar de pensar en todo lo que venía con el final de año me haría bien. Y tal vez tenían razón. O tal vez simplemente estaba escapando de mis propios pensamientos.

Entonces lo vi. Marc estaba en el otro extremo de la sala, rodeado de un grupo de amigos, riendo con esa sonrisa fácil que siempre me había desarmado. Era imposible no notarlo. Desde que se unió al FC Barcelona, su vida había cambiado por completo, y la mía también. Éramos amigos desde hacía años, pero últimamente, algo había cambiado entre nosotros. Algo que ninguno de los dos había tenido el valor de nombrar.

Nuestros ojos se encontraron, y sentí un vuelco en el estómago. No había visto a Marc en semanas, no desde que nuestras vidas tomaron caminos diferentes. Él, con su agenda apretada de entrenamientos y partidos, y yo, tratando de mantenerme al día con mis estudios y los trabajos que tenía que entregar antes de diciembre. A pesar de todo, el silencio entre nosotros había sido ensordecedor.

Marc hizo un gesto con la cabeza, invitándome a unirme a él. Dudé por un segundo, pero al final decidí acercarme. La distancia entre nosotros se redujo rápidamente, y antes de darme cuenta, estaba parada frente a él.

—______ —dijo con una sonrisa, su voz cálida—. No esperaba verte aquí.

—Lo mismo digo —respondí, tratando de sonar casual—. Pensé que estarías ocupado con tus cosas del Barça.

Él se rió, un sonido suave y familiar que me hizo sentir un poco más tranquila.

—Siempre hay tiempo para una buena fiesta antes de que todo se ponga más serio, ¿no crees? Además, necesitaba un descanso. Las cosas han estado... intensas últimamente.

Asentí, entendiendo perfectamente a qué se refería. La vida de Marc había cambiado radicalmente desde que firmó con el equipo, y aunque estaba feliz por él, no podía negar que ese cambio había creado una distancia entre nosotros.

—Sí, lo imagino. Debe ser difícil tener todo ese peso sobre tus hombros —dije, buscando sus ojos—. Pero... me alegra que estés aquí. Te he echado de menos, Marc.

Sus ojos se suavizaron al escuchar mis palabras, y por un momento, vi algo vulnerable en su expresión, algo que rara vez dejaba ver.

—Yo también, ______. Más de lo que quiero admitir —confesó, su voz baja y sincera—. No es fácil estar lejos de ti, incluso cuando estoy en el campo. Hay momentos en que... desearía que las cosas fueran más simples, como antes.

El peso de sus palabras cayó sobre mí como una manta cálida, envolviéndome en la verdad que ambos habíamos estado evitando. Había una conexión entre nosotros, algo más profundo que la amistad que habíamos compartido durante tanto tiempo. Y aunque ninguno de los dos había tenido el valor de enfrentarlo, estaba ahí, esperando a ser reconocido.

—Marc, yo... —empecé a decir, pero me interrumpió antes de que pudiera continuar.

—No tienes que decir nada, ______. No ahora. Solo quiero que sepas que, pase lo que pase, estaré aquí. Para ti, siempre. —Sus palabras eran firmes, pero había un toque de tristeza en su tono que no pasó desapercibido.

Nos quedamos en silencio por un momento, el ruido de la fiesta a nuestro alrededor desvaneciéndose mientras el mundo se reducía a nosotros dos. Sentía el calor de su cuerpo cerca del mío, y algo en mí quería acercarse más, romper esa distancia que habíamos creado con el tiempo y las circunstancias.

—¿Y qué pasa después de diciembre? —pregunté finalmente, rompiendo el silencio con una pregunta que había estado rondando en mi mente durante semanas*

Marc me miró, sus ojos reflejando un conflicto interno que no había visto antes.

—No lo sé, ______. Todo está cambiando tan rápido... Pero sé que no quiero perderte. No quiero que esto —dijo, señalando el espacio entre nosotros— se desvanezca.

Mi corazón latía con fuerza mientras procesaba sus palabras. Había tanto que quería decirle, tanto que quería entender sobre lo que sentíamos, pero el miedo a arruinarlo todo me mantenía paralizada.

—Entonces, no lo dejemos desaparecer —dije, finalmente, mi voz firme aunque temblorosa—. Tal vez no tengamos todas las respuestas ahora, pero podemos descubrirlo juntos. Antes de que todo cambie, antes de que diciembre acabe... quiero saber qué significa todo esto para nosotros.

Marc me miró fijamente por un momento, y luego asintió, su expresión suavizándose con una mezcla de alivio y determinación.

—De acuerdo. Vamos a intentarlo. Vamos a ver adónde nos lleva esto, sin presiones, sin expectativas. Solo nosotros, como siempre.

Una sonrisa se formó en mis labios, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estábamos en la misma página, listos para enfrentar lo que fuera que el futuro nos deparara.

El ruido de la fiesta volvió a invadir nuestra burbuja, pero ya no importaba. Mientras estábamos allí, uno frente al otro, supe que, sin importar lo que sucediera después de diciembre, este momento sería el comienzo de algo nuevo. Algo que ambos estábamos dispuestos a explorar, juntos.

One shots futbolistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora