Nico Williams

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La noche había caído sobre Bilbao, y el sonido de la lluvia golpeando suavemente las ventanas del pequeño apartamento donde me encontraba con Nico Williams creaba una melodía melancólica. Habíamos pasado el día juntos, disfrutando de la ciudad, pero ahora, sentados en el sofá, la realidad de nuestra situación se sentía más pesada que nunca.

Nico estaba a mi lado, con una expresión que no podía leer del todo. Nos conocíamos desde hace años, habíamos compartido risas, sueños y ahora... compartíamos un amor que, aunque era profundo y verdadero, no podía ser completamente nuestro.

—_______ —dijo finalmente, rompiendo el silencio que se había asentado entre nosotros—. Sabes que esto no es fácil para mí, ¿verdad?

Asentí, sintiendo un nudo en mi garganta. Lo sabía. Desde el principio, había entendido que estar con Nico significaba aceptar las complicaciones que venían con su vida. Él era una estrella en ascenso, con una carrera que lo ponía constantemente bajo los reflectores, y yo... yo solo era una chica que se había enamorado de él, sabiendo que, en muchos sentidos, nunca sería completamente mío.

—Lo sé, Nico —respondí, mirando mis manos entrelazadas en mi regazo—. No espero que las cosas sean fáciles para ti. Pero a veces... a veces desearía que fueran diferentes.

Él me miró, sus ojos reflejando la lucha interna que sabía que estaba librando.

—______, si pudiera... —comenzó, pero se detuvo, como si las palabras fueran demasiado difíciles de decir—. Si pudiera cambiar las cosas, lo haría. Pero estoy atrapado entre lo que quiero y lo que puedo tener. Y eso me está destrozando.

El dolor en su voz me rompió el corazón. Sabía que Nico me amaba, lo veía en cada pequeño gesto, en cada mirada que compartíamos. Pero también sabía que su vida estaba llena de compromisos, de expectativas que no podía ignorar. Había otras personas, otras obligaciones, que lo mantenían lejos de mí, y eso era algo que ni él ni yo podíamos cambiar.

—No te estoy pidiendo que elijas, Nico —le dije suavemente, acercándome un poco más a él—. Nunca lo haría. Sé que no me perteneces, y no te culpo por eso. Solo quiero aprovechar cada momento que podamos tener juntos, aunque sea en la sombra.

Él cerró los ojos por un momento, como si estuviera procesando mis palabras, y cuando los abrió de nuevo, había una mezcla de tristeza y resolución en ellos.

—No es justo para ti, ______ —dijo, su voz apenas un susurro—. No quiero que vivas a la sombra de lo que no podemos tener. Mereces más que eso. Mereces a alguien que pueda estar contigo completamente, sin reservas, sin dudas.

Sabía que tenía razón. Merecía a alguien que pudiera darme todo, pero lo que sentía por Nico era tan fuerte que no podía imaginar mi vida sin él, incluso si eso significaba compartirlo con el resto del mundo.

—Lo único que quiero es estar contigo, Nico —confesé, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos—. No me importa si no puedes estar solo conmigo, si no podemos tener una vida normal. Solo quiero estos momentos, estos pequeños fragmentos de tiempo en los que somos solo nosotros dos. Porque cuando estoy contigo, me siento completa, aunque solo sea por un rato.

Nico me miró con una intensidad que me dejó sin aliento. Luego, lentamente, levantó su mano y acarició mi mejilla, secando las lágrimas que habían comenzado a caer.

—_____, te amo —dijo con una sinceridad que me desgarró—. Y eso es lo más difícil de todo. Porque te amo tanto que quiero que seas feliz, incluso si eso significa que no sea conmigo.

Sentí que mi corazón se rompía un poco más con cada palabra. Sabía que Nico estaba tratando de hacer lo correcto, pero lo correcto no siempre era lo que el corazón quería.

—No pienses en el futuro, _______ —le dije, tomando su mano y entrelazando nuestros dedos—. No pienses en lo que podría pasar. Solo piensa en ahora, en este momento. Aquí, contigo, es donde quiero estar. No importa lo que pase después.

Nos miramos en silencio, y luego, como si ya no pudiera contenerse más, Nico me besó. Fue un beso lleno de emoción, de todo lo que ambos queríamos decir pero no podíamos expresar con palabras. En ese momento, no había mundo exterior, no había responsabilidades ni expectativas, solo nosotros dos, aferrándonos al único consuelo que podíamos encontrar en medio de la tormenta.

Nos separamos, pero él no se alejó. Mantuvo su frente apoyada contra la mía, respirando pesadamente, como si estuviera tratando de grabar ese momento en su memoria.

—Siempre te llevaré en mi corazón, _______—murmuró, su voz temblorosa—. No importa lo que pase, siempre serás parte de mí.

—Y tú del mío —respondí, con una sonrisa triste—. Pase lo que pase, este amor será nuestro, aunque no pueda ser del todo.

Nos abrazamos con fuerza, sabiendo que el mundo real estaba esperando fuera de esas paredes, listo para reclamar lo que no podíamos tener completamente. Pero en ese momento, bajo la suave luz de la luna que se filtraba por la ventana, nos permitimos amar sin reservas, aunque fuera solo por un instante.

Y ese instante, supe, era todo lo que necesitábamos.

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