Alejandro Garancho

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Había algo magnético en la manera en que Alejandro entraba en una habitación. Su mirada intensa, sus tatuajes misteriosos y su sonrisa traviesa sugerían un mundo de secretos oscuros que solo él conocía. Desde el momento en que lo vi por primera vez, supe que mi vida cambiaría para siempre.

Nos conocimos en un bar desgastado, con luces tenues y música suave de fondo. Sus ojos, profundos como el océano en medio de una tormenta, se encontraron con los míos, y en ese instante, supe que estaba perdida. La química entre nosotros era palpable, como si estuviéramos conectados por fuerzas cósmicas imparables.

—Hola, soy Alejandro —dijo con una sonrisa juguetona, extendiendo su mano hacia mí.

—Soy ______ —respondí, sintiendo una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo cuando nuestras manos se encontraron.

A medida que la noche avanzaba, Alejandro me envolvió en su aura de misterio. Hablaba poco de sí mismo, desviando las preguntas personales con una habilidad sorprendente. Cada respuesta parecía ser solo la punta del iceberg de sus secretos más oscuros.

—No me gusta hablar del pasado, _____. Prefiero vivir el presente —dijo, con una mirada que sugería un pasado lleno de experiencias turbias.

A pesar de las numerosas red flags que mi instinto debería haber reconocido, me encontré profundamente enamorada de Alejandro. Cada encuentro, cada sonrisa robada, aumentaba mi deseo de descubrir los secretos que él escondía tan celosamente.

Un día, después de meses de complicidad y pasión, me atreví a preguntarle sobre sus secretos más oscuros. Alejandro vaciló por un momento, su expresión sombría revelando una tormenta interna.

—______, tienes que entender que no todo en mi vida es tan simple como parece. Hay cosas que he hecho, cosas de las que no me enorgullezco —dijo, su voz resonando con un tono de arrepentimiento.

Pero mi amor por él no conocía límites. Quería estar con él en las buenas y en las malas, conocer cada rincón de su ser, incluso los lugares más oscuros que había decidido ocultar.

—Alejandro, no importa lo que hayas hecho en el pasado. Estoy aquí para ti, para amarte a través de todo —le aseguré, sintiendo que mi amor podría ser suficiente para redimirlo.

A medida que nuestra relación se profundizaba, descubrí más sobre sus secretos oscuros. Sin embargo, en lugar de alejarme, me aferré más a él. Nuestro amor era una llama ardiente que parecía inmune a los vientos fríos del pasado de Alejandro.

Aunque los demás advertían sobre las señales de peligro, yo estaba dispuesta a ignorarlas por amor. No importaba cuántos secretos oscuros hubiera en su vida, Alejandro era mi chico malo, y yo estaba dispuesta a enfrentar cualquier tormenta para estar a su lado.

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