Capítulo 1

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‡Si puedes... Lee la nota del final para que comprendáis cómo se hará el libro, por si notáis algo raro‡

La lluvia caía de manera constante sobre la ciudad, transformando las calles en espejos líquidos bajo el cielo gris. En medio de esa tarde plomiza, un chico de aspecto enigmático avanzaba con paso seguro. Su capucha roja ocultaba gran parte de su rostro, y su vestimenta consistía en unos pantalones negros y una sudadera roja llamativa que contrastaba con el tono monocromático del día.

A pesar de la multitud que transitaba por la acera, el chico caminaba con determinación, aparentemente ajeno a la lluvia y al mundo que lo rodeaba. Cada uno de sus pasos era firme, y el sonido de sus zapatillas contra el pavimento mojado apenas se percibía entre el constante rumor de la ciudad.

De pronto, el sonido agudo de las sirenas de la policía se hizo presente, rompiendo la tranquilidad de la tarde. La multitud comenzó a murmurar con nerviosismo, tratando de entender lo que estaba sucediendo. El chico con la capucha, sin embargo, mantuvo su compostura, girando la cabeza de manera disimulada para ver lo que ocurría.

Cuatro patrullas de policía pasaron a toda velocidad frente a él, en dirección contraria a la que estaba tomando. La luz de las sirenas parpadeaba frenéticamente, y el estruendo de los motores resonaba en sus oídos. Fue un momento alarmante, pero el chico decidió no prestarle mucha atención.

Continuó su camino con calma, ignorando las sirenas que se desvanecían en la distancia. Pronto llegó a un imponente edificio de apartamentos de lujo. Después de un breve recorrido en el ascensor, entró en su elegante departamento.

Una vez dentro de su departamento, el chico observó su lujoso hogar con una mirada analítica durante unos segundos. Se aseguró de que estaba completamente solo antes de proceder con su ritual. Caminó hacia el baño, donde encendió las luces y comenzó a despojarse de su atuendo empapado.

La capucha roja finalmente cayó hacia atrás, revelando su cabello rubio, con los laterales rapados, que goteaba agua. A la luz del baño, se notaba un piercing plateado en su ceja y unos ojos azules extremadamente claros. Pero lo que más llamaba la atención eran las salpicaduras de sangre que adornaban su perfecto rostro. La sudadera roja, estaba manchada con manchas oscuras aún más grandes, aunque apenas se notaban debido al color.

El joven se desprendió de la sudadera, dejándola caer en el suelo del baño. Bajo ella, reveló una camiseta blanca ajustada, también cubierta de sangre, que se había traspasado por la humedad. Sin mostrar emociones en su rostro, se quitó la camiseta manchada y la dejó caer junto a la sudadera en el suelo, revelando algunos tatuajes intrincados en negro que adornaban su piel. Uno de ellos serpenteaba por su antebrazo derecho, mientras que otro se curvaba alrededor de su cuello. Eran obras de arte cuidadosamente diseñadas y ejecutadas, pero en ese momento, estaban manchadas por la sangre de su victima.

Finalmente, deslizó sus pies fuera de los zapatos y pantalones empapados de lluvia y sangre, antes de adentrarse en la ducha con movimientos precisos y comenzó a lavar la sangre de su cuerpo. El agua caliente seguía cayendo sobre su cuerpo, limpiando las manchas de sangre que habían quedado tras su encuentro. A medida que la sangre se deslizaba por el desagüe, sus pensamientos permanecían ocultos detrás de una mirada fría y calculadora. Pero, de repente, una sonrisa de medio lado se formó en sus labios, rompiendo la máscara de indiferencia que solía llevar.

Cerró los ojos y recordó vívidamente las súplicas desesperadas de su víctima y el latido casi imperceptible de su corazón. Recordó cómo sus ojos, llenos de terror, se encontraron con los suyos, como un último intento de buscar compasión en el abismo de la crueldad. Pero en ese momento, no había compasión en su interior, solo satisfacción por el poder que había sentido.

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