La tensión en la habitación alcanzó su punto máximo, como si estuviera a punto de estallar en cualquier momento. Edgar, aunque visiblemente afectado por la amenaza de Ossian, mantuvo su compostura con una calma fría y determinada. Era evidente que este enfrentamiento no iba a resolverse fácilmente.
Finalmente, rompí el silencio con una voz firme pero tranquila, desafiando la amenaza de Ossian con una determinación igualmente férrea.
—Basta Ossian — respondí, sus ojos azules clavándose en los míos con molestia —. Están intentando ayudarme, así que no empeores más las cosas.
Mis palabras parecieron encender una chispa en Ossian, cuya expresión se tornó aún más sombría y cargada de ira. Sus ojos parecían arder con intensidad, y su mandíbula se tensó con fuerza mientras me miraba fijamente.
—¿Cómo te atreves a decirme eso? — gruñó entre dientes, su voz vibrando con una mezcla de incredulidad y furia —. No tienes ni idea de lo que estás haciendo...
Su tono era intimidante, pero me mantuve firme, negándome a ceder ante su autoridad.
—Lo sé muy bien, Ossian. Pero no voy a quedarme de brazos cruzados y esperar a que me metan en la cárcel por tu culpa. Si crees que puedes controlar o dictar lo que debo hacer, estás muy equivocado — respondí con determinación, enfrentándolo directamente —. Tengo derecho a decidir sobre mí, incluso si eso significa alejarme de ti.
Mi declaración solo pareció aumentar su ira. Ossian se acercó hacia mí con paso amenazante, su presencia imponente llenando la habitación con una energía cargada de tensión.
—No sabes en qué te estás metiendo, Presa — advirtió, su voz llena de un peligro latente —. Vete, pero atente a las consecuencias...
Una oleada de miedo recorrió mi cuerpo ante su amenaza implícita, pero me negué a retroceder. Sabía que tenía que mantener mi posición, incluso si eso significaba enfrentarme a su furia.
—No necesito tu ayuda para salir de esto — declaré, manteniendo mi voz firme a pesar del nudo de emociones en mi garganta —. Si decides no cooperar, entonces vete. Pero yo no iré a la cárcel.
El silencio que siguió fue denso y tenso, como si estuviéramos en medio de una batalla de voluntades. Ossian me miraba con una mezcla de incredulidad y frustración, como si no pudiera entender mi decisión.
Finalmente, con un gruñido de frustración, Ossian se dio la vuelta y salió de la habitación sin decir una palabra más. Su partida dejó un vacío en la habitación, pero también un sentido de alivio y liberación. Sabía que había tomado la decisión correcta, incluso si eso significaba enfrentarme a la ira de Ossian.
Tras la partida de Ossian, el ambiente en la habitación se volvió más tenso, como si su presencia hubiera dejado una marca palpable en el aire. Edgar y los policías intercambiaron miradas preocupadas, mientras yo me sentía dividida entre el alivio por haberme deshecho de la presión de Ossian y la preocupación por las consecuencias de mi decisión.
Edgar se acercó a mí con gesto comprensivo, su expresión reflejaba la preocupación por lo que había sucedido.
—No quería que las cosas llegaran a este punto — dijo con sinceridad, poniendo las esposas en mis muñecas —. Pero necesitamos resolver esto lo antes posible.
Asentí con solemnidad, agradeciendo el apoyo de Edgar en medio de la confusión que se había apoderado de mí. Sabía que no sería fácil salir de esta situación, pero estaba decidida a enfrentar las consecuencias de mis acciones con tal de no acabar en la cárcel.
—¿Ellie y Sam se encuentran bien? — pregunté mientras me guiaban hasta las escaleras del rellano.
—Se los han llevado al hospital para hacerles algunas pruebas, pero parece que no tenían nada grave — informó Carlo, asegurándose de que bajaba bien los escalones a la par de él, mientras que Edgar nos seguía dos escalones por detrás junto a otros tres policías.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...