Sus ojos se estrecharon, y pude ver el conflicto interno en su mirada, una mezcla de ira y algo que se parecía a la vulnerabilidad. Dio un paso hacia mí, acortando la distancia de manera intimidante, su rostro a escasos centímetros del mío.
—Si quisiera no estar solo, tendría a cualquier persona que quisiera a mi lado — gritó, cabreado, su voz resonando en la quietud de la noche.
No pude evitar sonreír con diversión, aunque una parte de mí se mantenía alerta.
—¿Ah, sí? — arqueé una ceja, desafiándolo —. Si ahora mismo apareciera un hombre frente a nosotros. Alguien normal, que no conocemos. ¿Qué es lo primero que se te pasa por la mente?
—Matarlo — respondió sin dudar, su tono era tan seguro que una oleada de frío recorrió mi espina dorsal.
—¿Y si fuera una mujer? — pregunté, observando su reacción.
Se quedó unos segundos pensativo, sus ojos azules brillando con una intensidad perturbadora. Luego, una sonrisa cínica curvó sus labios.
—Ligármela, follármela y matarla — contestó, con una frialdad que me dejó sin palabras por un momento.
—Y ahí está la diferencia, Ossian — dije, manteniendo mi tono firme —. No sabes relacionarte con los demás más allá de la violencia y la manipulación. No puedes pretender que así es como se construyen relaciones genuinas.
—¿Para qué quiero relaciones genuinas cuando puedo matarlas? Para eso te tengo a ti. No puedo matarte — dijo con rabia, su voz cargada de frustración. Era evidente que el hecho de no poder deshacerse de mí como deseaba lo consumía por dentro, y esa impotencia lo hacía aún más peligroso.
—¿De qué forma me ves? — pregunté, confundida por sus contradicciones —. ¿Cómo la asesina de tu madre? ¿Como tu creadora? ¿Como alguien confiable?
Su mirada se volvió aún más fría, si es que eso era posible.
—Lo único que eres para mí es un juguete. Una pieza que puedo utilizar como y cuando quiera, porque eres de mi propiedad — respondió con una frialdad que cortaba como un cuchillo.
Sus palabras me enfurecieron.
—No soy de tu maldita propiedad. Solo estoy en deuda contigo por el libro, pero eso no quiere decir que sea de tu propiedad para siempre — repliqué, mi voz alzándose con cada palabra, resonando en la desolación de la carretera desierta.
La tensión entre nosotros era palpable, un campo de batalla emocional en medio de la noche. Ossian me miraba con una mezcla de desprecio y posesividad que me hacía sentir aún más decidida a no dejarme doblegar.
—Eres mía porque así lo decidí — continuó, dando un paso más cerca de mí, su presencia imponente e intimidante —. Y siempre lo serás mientras yo lo desee. Puedes intentar resistirte todo lo que quieras, pero al final, siempre volverás a mí. Además, eres mía de forma legal — sonrió de medio lado, haciendo que frunciera el ceño al no comprender a qué se refería.
—¿De forma legal? — repetí, incrédula, intentando entender el sentido de sus palabras.
Ossian se detuvo, disfrutando del desconcierto que veía en mi rostro.
—Exacto, de forma legal — repitió, su tono cargado de satisfacción —. Algún día lo verás...
Mis pensamientos comenzaron a girar rápidamente, buscando cualquier indicio de lo que él estaba diciendo. La idea de estar legalmente ligada a él, de ser "suya" de una manera que no había comprendido antes, me llenó de pánico y confusión.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...