Capítulo 14

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El frío acero de la pistola en mi mano temblaba ligeramente, pero mi mirada estaba decidida. Ossian, parado frente a mí, parecía más relajado de lo que debería estar alguien con un arma apuntándole.

—Vamos, Presa, no me hagas esperar algo que no va a pasar — dijo, su voz resonando en la habitación.

Esa respuesta fue el detonante, disparé, pero el casquillo se atascaba por mucho que apretara el gatillo. Tal como le pasaba a él en mi evento. Ossian arqueó una ceja, expectante ante lo que estaba pasando. La ironía de la situación se manifestaba de manera cruel, un juego de roles invertidos. La desesperación y el enfado se reflejaban en mis ojos mientras forcejeaba con el arma, incapaz de liberarme de la parálisis que me imponía el maldito mecanismo.

Escuché su risa grave, llamando mi atención, lo que me hizo sentir aún más patética ante él. Sin embargo, cuando lo volví a apuntar, pero esta vez en la pierna y apreté el gatillo, el arma se disparó, provocando un gruñido por parte de Ossian y que posteriormente cayera de rodillas por el dolor. El sonido del disparo resonó en la habitación, mezclándose con la risa macabra que escapaba de los labios de Ossian. Un nuevo giro en su juego, donde la presa hería al cazador, pero la victoria seguía siendo esquiva.

—Tampoco puedo matarte, pero sigo teniendo la delantera pudiendo herirte — susurré con una mezcla de desafío y desesperación.

Ossian, arrodillado y con la mirada fija en mí, mostraba una expresión que combinaba la molestia por el disparo en su pierna y el placer retorcido de la situación. La sala estaba impregnada de un aire tenso, como si el desenlace de este juego macabro estuviera suspendido en el mismo precipicio que mis propias emociones desbordadas.

—Bien, estamos en paz. Te encerré con tu trauma y yo recibo un disparo — dijo mientras observaba como su pantalón vaquero se manchaba de sangre.

—No estamos en paz, puto psicópata — grité, lanzandole el arma a la cabeza, pero logró esquivarlo a tiempo —. ¡Te ayudé con tu puto trauma ayer y aprovechaste esa oportunidad de confianza entre ambos para drogarme, secuestrarme, encerrarme con mi ex-novio y dejar que casi me violara!

—No iba a permitir que te violara — frunció el ceño, asqueado por mi acusación.

—¿Qué no ibas a permitir que me violara? — dije incrédula —. ¡Tenía su asquerosa mano en mi entrepierna! ¡Me ha golpeado brutalmente! ¿Y ahora dices que no lo ibas a permitir cuando tu has hecho todo esto? — apunté la habitación con algo de dificultad mientras intentaba mantenerme de pie sin caer.

A pesar de la debilidad que sentía por la droga en mi sistema, la furia ardía en mis venas.

—Si no hubieras suplicado en ese momento lo hubiera matado sin contemplaciones — dijo con suma tranquilidad, incorporándose como si no sintiera ningún dolor —. Pero caíste en la tentación y ambos acabamos beneficiados. Tu estas a salvo y ahora eres de mi propiedad...

—No soy de tu propiedad ni de nadie. No tienes ningún derecho sobre mí después de lo que has hecho, y no permitiré que me manipules de esta manera retorcida — declaré con determinación, manteniendo una distancia prudente.

Ossian se detuvo frente a mí, sus ojos azules chispeaban con una mezcla de diversión y desafío.

—Eso es lo que crees. Pero, mi querida Presa, aquí las reglas son diferentes a tus libros ficticios. Tienes dos opciones: aceptar el trato y jugar según mis términos, o te obligaré de otra forma...

—Ya he enfrentado las consecuencias al confiar en ti y no volveré a caer en eso — afirmé con determinación dirigiéndome hacia la puerta para salir de allí mientras me aferraba a la pared para no caer. 

Mi PresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora