El evento literario desbordaba con la presencia de escritores de diversas categorías, cada uno sumergido en su mundo de palabras y creatividad. La sala estaba impregnada de un aire intelectual, pero las miradas de todos convergían en un punto central: Ossian y yo. Sin lugar a dudas, la atención se centraba en mi acompañante, quien examinaba el entorno con un aire de aburrimiento palpable.
A medida que avanzábamos entre la multitud, saludé a algunas personas conocidas, pero era evidente que las preguntas y comentarios giraban en torno a Ossian. No pasaba desapercibido, y su presencia eclipsaba mi propia participación. No me molestaba, ya que lo conocía demasiado bien para saber que estaba más que cabreado por tantas preguntas.
Ossian, sin separarse más de un metro de mí, se convertía en el epicentro de la atención. La gente se acercaba con curiosidad, ávidos de saber más sobre él, sobre el libro y su relación conmigo. Respondía a todas las preguntas con una amabilidad calculada, acompañada de una sonrisa que, aunque parecía genuina, sabía que era tan falsa como un billete de tres dólares.
Era maestro en el arte de manipular a la gente, llevándolas a su terreno con facilidad. Sus respuestas estaban cuidadosamente diseñadas para revelar solo lo que quería que los demás supieran, manteniendo su aura de misterio intacta. Era difícil apreciar la autenticidad de esa sonrisa, ya que tras ella se escondía un hábil asesino que sabía cómo manejar las conversaciones a su favor.
La atmósfera del evento literario seguía cargada de tensiones no resueltas cuando Ossian, entre dientes y con una sonrisa aparentemente inocente, me lanzó una pregunta directa.
—¿Por qué mierda me dejas solo y no hablas? — inquirió mientras conseguía acercarse a mí, alejando a un pequeño grupo que lo bombardeaba con preguntas.
Sonreí con cierta ironía, sin inmutarme por su comentario. Elevé mi vaso, que contenía algún ponche extraño sin alcohol, como si esa bebida pudiera proporcionar alguna capa de protección ante la situación incómoda.
—Te estas manejando perfectamente solo — respondí con calma, manteniendo mi expresión imperturbable.
Ossian, sin embargo, no parecía satisfecho con mi respuesta. Su paciencia, ya de por sí escasa, parecía estar llegando a su fin.
—Se me está acabando la paciencia, Presa — amenazó, acercándose hasta que su respiración acelerada rozaba mi rostro —. Al próximo que se me acerque y me interrogue, lo guiaré hasta alguna habitación solitaria y lo mataré.
Alcé una ceja con desafío, manteniendo mi postura desinteresada y aparentemente despreocupada.
—Hazlo — me encogí de hombros con desinterés, desafiante —. El que acabará en la cárcel eres tú, no yo.
Sus ojos chispearon con intensidad, y su respuesta resonó con una amenaza más palpable.
—¿Quieres que te recuerde que hay un arma por ahí con tus huellas? — su tono era amenazante, y para reforzar su posición, agarró mi cuello con su dedo gordo sobre mi barbilla, asegurándose de que no me alejara y manteniéndome atrapada en su mirada —. Si yo caigo, te arrastro conmigo.
—Si matas a alguien aquí, habrá testigos, yo entre ellos — afirmé con una sonrisa amplia, notando cómo sus ojos descendían a mis labios, captando su atención momentáneamente —. Podrás incriminarme de mil maneras, y nadie te creerá — mis provocaciones parecían haber surtido efecto, y sus ojos azules, antes brillantes, ahora se oscurecieron por la amenaza velada en mis palabras.
Ossian no apartó su mirada de la mía, y pude percibir la furia en sus ojos, mezclada con una peligrosa determinación.
En ese momento, la tensión fue interrumpida abruptamente por la llegada de un chico de mi edad y una mujer que rozaba los cincuenta. Su entrada fue como un respiro de aire fresco en medio de la tormenta que Ossian y yo estábamos creando.
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Mi Presa
Ficção AdolescenteLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...