Gracias a los que estáis leyendo cada viernes, aunque sea anónimamente. Pero gracias sobretodo a las tres personitas que siempre votáis y comentáis. Me alegra mucho leer lo que pensáis o vuestra reacción en alguna parte del capítulo.
Revisé detalladamente los pequeños rastros de hematomas que quedaban por mi mentón y pómulo, agradeciendo que, finalmente, mi rostro comenzaba a volver poco a poco a la normalidad después de dos semanas en las que me negaba a dar cara al público. El derrame en mi ojo derecho aún persistía, teñido de rojo a pesar de las numerosas gotas de colirio que había utilizado, otorgándome un aspecto deplorable según las palabras que Ossian me había dicho hace una semana. Desde entonces, no lo he vuelto a ver.
El timbre del teléfono interrumpió mis pensamientos. Con cierta molestia, me acerqué y respondí, encontrándome con una voz que, a pesar de la distancia, resonaba con un tono oscuro y melódico.
—Presiento que extrañas mi presencia, Presa — dijo Ossian, su voz teñida de burla.
—¿Por qué estás llamando? — pregunté, intentando ocultar la mezcla de emociones que surgían al escuchar su voz.
—Tan solo sentí que estabas pensando en mí — dijo con un tono algo divertido en su voz.
—En lo absoluto. Esta semana ha sido la más tranquila desde que apareciste en mi vida — respondí con un suspiro, notando cómo el alivio y la calma se apoderaban de mí al haber tenido una pausa de todo el caos que rodeaba mi existencia desde que conocí a Ossian.
—Para mi desgracia, estarás tranquila un par de días más, ya que no regresaré antes de lo planeado — informó con una sonrisa socarrona que percaté aún sin verlo, dejándome con una mezcla de alivio y molestia.
—¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo? — pregunté con ansiedad saliendo del baño, ignorando el pequeño nudo en mi estómago ante la incertidumbre de sus acciones.
—Oh, Presa, no soy tan predecible como piensas. Estoy en una ciudad que no te importa, haciendo cosas que no te incumben. Pero no te preocupes, te mantendré informada de mis hazañas para que no te sientas tan sola.
Su respuesta, llena de arrogancia, me dejó con más preguntas que respuestas.
—No necesito tus actualizaciones si no me incumben — respondí con firmeza, aunque sabía que las palabras apenas rascarían una risa desganada por su parte.
—Tal vez no lo necesitas, pero definitivamente te mueres por saber que estoy haciendo — replicó Ossian, su voz resonando con un tono de burla —. Después de todo, ¿quién más te proporciona tanta emoción en tu vida monótona?
—Prefiero la monotonía a la inestabilidad que traes contigo — contraataqué, intentando no dejar que sus comentarios penetraran bajo mi piel.
—La inestabilidad puede ser emocionante, Presa. Te mantiene alerta, viva. La monotonía, por otro lado, suena como una lenta agonía — respondió, y pude imaginar la sonrisa socarrona que acompañaba sus palabras.
—Prefiero la lenta agonía a estar constantemente al borde del abismo contigo — declaré con determinación, negándome a darle la satisfacción de saber que sus palabras resonaban en mis pensamientos más de lo que admitiría.
—Quizás deberías cambiar tu perspectiva. El abismo puede ser más emocionante de lo que crees. Solo necesitas dejarte caer — sugirió, su tono suave como una serpiente que susurraba tentaciones.
—No estoy interesada en tus sugerencias, Ossian. Mi vida estaba mejor antes de que aparecieras — afirmé, aunque la ironía de la situación no pasó desapercibida.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...