Mi Presa

Capítulo 52

Cuando estaba a punto de aprovechar el instante en el que la atención de Asher estaba enfocada en Ossian, sentí su cálido suspiro contra mi nuca, helando mi sangre y paralizando mi cuerpo. Su cercanía era opresiva, y la tensión en el aire se volvió insoportable. Mis músculos se tensaron instintivamente cuando sus manos comenzaron a deslizarse lentamente por mis brazos, como si estuviera saboreando cada segundo de mi incomodidad. Sus dedos eran fríos, y la forma en que recorrían mi piel me provocó un escalofrío involuntario. Su toque era calculado, casi hipnótico, mientras bajaba hasta llegar a mis manos.

Antes de que pudiera reaccionar, Asher obligó a mis manos a aferrarse al arma, posicionando mis dedos temblorosos alrededor del gatillo. Sus propias manos se posaron firmemente sobre las mías, controlando mis movimientos con una facilidad que era tan frustrante como aterradora. Me estaba manipulando como si fuera una simple marioneta, sin dejarme ningún margen para resistirme.

Desesperada, mis ojos buscaron los de Ossian, quien estaba frente a mí. Lo observé con la esperanza de encontrar alguna señal, alguna indicación de lo que debía hacer, pero lo que vi me dejó desconcertada. Su sonrisa era un reflejo de diversión, pero sus ojos, oscurecidos por una expresión que rara vez había visto en él, reflejaban algo mucho más profundo, algo peligroso. Había una sombra en su rostro, una mezcla de rabia contenida y algo que no lograba identificar del todo. Lo peor era que sabía exactamente lo que estaba ocurriendo: Asher me estaba obligando a apuntar a Ossian, forzándome a tomar una decisión.

—Terminemos con esto, Parsons — susurró Asher en mi oído, su voz era un veneno suave, impregnado de una oscura satisfacción. Pude sentir la sonrisa siniestra que acompañaba esas palabras, una promesa de muerte y desesperación —. Acaba con su mísera vida, y te daré la oportunidad de seguir con la tuya como si nosotros nunca hubiéremos existido. Rechaza mi oferta, y el último capítulo de este jodido libro será sellado con tu muerte.

Las palabras se hundieron en mí como garras, retorciéndose en mi mente. Sabía que Asher estaba disfrutando de cada momento, deleitándose en mi tormento interno. La idea de poder borrar todo, de continuar mi vida como si nada de esto hubiera sucedido, era tentadora, demasiado tentadora. Pero la otra opción, rechazar su oferta, significaba mi muerte como la última palabra de esta retorcida historia.

El arma temblaba en mis manos, aunque Asher mantenía el control con una firmeza implacable. Podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, la presión de sus manos, y el peso de la decisión que me estaba forzando a tomar. Ossian seguía observándome, su expresión impenetrable, pero sus ojos decían más de lo que hubiera querido saber. Había una mezcla de desafío y algo más profundo, una comprensión que me dolía admitir.

El fuego seguía rugiendo a nuestro alrededor, su resplandor iluminaba nuestros rostros en una danza macabra. La decisión era mía, pero Asher me había arrinconado, empujándome a un punto donde cualquier opción parecía llevar a la ruina. Y mientras sentía su aliento en mi cuello, su control sobre mí se hacía más palpable, más asfixiante.

Si mataba a Ossian, muy probablemente me mataría a mi después. Si no lo hacía, me mataría de todas formas, pero Ossian sobreviviría.

El arma se sentía extrañamente pesada en mis manos, como si el peso de la decisión estuviera canalizándose directamente en el metal. Mi mente luchaba por encontrar una salida, un camino alternativo que pudiera salvarnos a ambos, pero Asher había jugado bien sus cartas. Me había arrinconado de tal manera que cualquier opción parecía conducir a la perdición. Podía sentir su sonrisa amplia, seguro de su victoria, convencido de que había ganado, que había logrado doblegarme.

—Tic tac, Lux — repitió, su tono cantando una especie de macabra cuenta regresiva. Sentí cómo sus labios rozaban la piel de mi cuello, su aliento cálido enviando escalofríos por mi espalda.