Capítulo 33

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Mis ojos recorrieron la sala de espera con gran desesperación, buscando ansiosamente algún indicio de ayuda médica. Sin embargo, en lugar de médicos, solo encontraba la desoladora realidad de una espera interminable. Me encontraba sentada en uno de los incómodos asientos de la sala, con la sensación de que cada minuto transcurrido era un paso más hacia el desmayo.

A mi lado, de pie con los brazos cruzados, se encontraba Ossian, cuya expresión de furia era apenas ocultada. Sus ojos azules estaban clavados en el recepcionista con una intensidad que parecía prometer una muerte inminente. No podía culparlo; después de todo, el recepcionista nos había asegurado que la espera sería breve, y ya llevábamos esperando más de cuarenta minutos.

Mis ojos se desviaron hacia la camisa blanca de Ossian, que había sido manchada por la sangre de sus victimas. Sin embargo, pasé mi mano ensangrentada por cada mancha, dejando un rastro carmesí sobre el tejido blanco antes de entrar al hospital. Su mal humor se mezclaba con la conversación tensa que habíamos tenido previamente, como con la amenaza latente de estrellarnos con el coche y la frustración por no recibir atención médica a tiempo.

De repente, Ossian comenzó a avanzar hacia el recepcionista con una determinación palpable en cada paso, una presencia que habría intimidado a cualquiera. Me levanté torpemente del asiento, sintiendo la mirada aterrorizada del hombre al otro lado del mostrador, mientras su expresión reflejaba el pánico al ver al rubio acercarse. Su movimiento llamó la atención de la larga fila de pacientes que esperaban ansiosamente su turno para ver a su médico, y algunos murmullos de desaprobación se hicieron presentes al notar que Ossian estaba intentando colarse.

Sin embargo, Ossian parecía ajeno a las miradas acusadoras y a las reprimendas de los presentes. Con paso decidido, llegó hasta su objetivo, agarrando al hombre de la nuca con una fuerza que parecía imparable y estrellándolo contra la mesa con un estruendo que resonó en toda la sala. El impacto dejó a todos los presentes atónitos, silenciando incluso los murmuros más persistentes.

—Me importa una mierda si llega un autobús lleno de heridos o incluso si hay un niño a punto de perder ambas piernas. Si no la atienden en menos de diez segundos, te aseguro que te dejaré desangrándote y esperando atención médica hasta que yo decida lo contrario — amenazó Ossian con una voz tan helada como el acero, llenando la sala con su autoridad intimidante.

El recepcionista, aturdido por la violenta irrupción de Ossian y por sus amenazas contundentes, parecía estar en estado de shock. Sus manos temblaban mientras intentaba balbucear una disculpa, pero las palabras se le atascaban en la garganta.

Mientras tanto, yo observaba la escena con una mezcla de incredulidad y preocupación. Sabía que Ossian podía ser impredecible y peligroso cuando se enfadaba, pero nunca lo había visto actuar de esta manera tan explosiva y violenta en público. Las personas que aguardaban en la sala de espera observaban la escena con una mezcla de curiosidad y terror. Podía sentir la tensión en el aire mientras Ossian aumentaba el agarre en la nuca del recepcionista, cuya mano temblorosa intentaba alcanzar desesperadamente el teléfono fijo.

El tiempo parecía detenerse mientras Ossian sostenía la mirada del hombre detrás del mostrador, su rostro impasible pero sus ojos ardían con una furia apenas contenida. La atmósfera se volvió aún más opresiva cuando Ossian dejó escapar un susurro helado que resonó en la sala.

—Cinco segundos.

El recepcionista, visiblemente tembloroso, finalmente logró presionar los botones del teléfono, pero cada segundo que pasaba parecía una eternidad. Las miradas ansiosas de los presentes se dirigieron alternativamente entre Ossian y el teléfono, esperando la reacción que vendría a continuación.

—Necesito urgentemente ayuda para tratar a un paciente, por favor — el hombre, con voz temblorosa, logró articular su solicitud de ayuda con dificultad, evidenciando su nerviosismo ante la situación.

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