Capítulo 10

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Nos trajeron los entrantes, y observé cómo todos empezaron a comer con total tranquilidad. Sin embargo, mi cuerpo y mi mente estaban absorbidos por aquellos ojos negros que me quitaban la tranquilidad y la respiración desde el otro lado del restaurante. No me atreví a levantar la mirada; ni siquiera saqué las manos temblorosas de debajo de la mesa. Solo podía mirar fijamente mi plato, como si la sola idea de enfrentarme a esa mirada pudiera desarmarme por completo.

La charla animada de mis amigos parecía distante, como si la atmósfera pesada que rodeaba a aquella persona en la otra mesa absorbiera todo el sonido. Intenté mantenerme enfocada en la conversación, pero la tensión en el aire era palpable.

Cada vez que alzaba la vista, encontraba esos ojos oscuros clavados en mí, como si quisiera atrapar cada uno de mis movimientos. Era como una danza silenciosa de miradas, y yo estaba atrapada en ella, incapaz de apartar mis ojos.

A medida que avanzaba la cena, la presión en el ambiente se volvía más intensa. Mis amigos, sin duda, notaban mi incomodidad, pero ninguno parecía dispuesto a abordar el tema directamente.

—Si me disculpáis, iré al baño — dije con un nudo en la garganta, dejando la servilleta a un lado de mi plato.

—¿Estás bien? — preguntó Elliot con preocupación.

—Oh, sí. No te preocupes — intenté sonreír, tratando de bajar la tensión que se había formado en la mesa. Percibí la mirada analítica de Ossian, quien no había abierto la boca desde que nos sentamos.

Me levanté de la silla con la sensación de que los ojos azules penetrantes de Ossian seguían cada uno de mis movimientos. Atravesé la sala con paso firme y decidido, aguantando la respiración y con la cabeza en alto, intentando verme imperturbable ante la mirada de los comensales. Cada rincón del restaurante parecía estar impregnado con la intensidad de su mirada, como si sus ojos fueran rayos láser que seguían cada uno de mis movimientos.

Al entrar en una de las cabinas del baño, expulsé todo el aire que había retenido en mis pulmones y me senté sobre la tapa con los ojos cerrados. Intentaba mantener mi corazón y respiración controlados, pero el temblor de mis manos y piernas aumentó. Quería salir de aquel lugar cuanto antes y encerrarme en mi casa.

Me sumí en un mar de pensamientos turbios mientras la música amortiguada del restaurante llegaba hasta el baño. La sensación de vulnerabilidad se apoderaba de mí, y me esforcé por recordar que no estaba sola, que mis amigos estaban a solo unos metros de distancia.

No sé cuántos minutos me quedé sumida en mis pensamientos, pero escuché el grifo del lavamanos, extrañándome, ya que no había escuchado a nadie entrar. Me incorporé lentamente y, para disimular, presioné el botón de la cisterna, saliendo para poder lavarme la cara y despejarme. Pero la escena que vi me dejó completamente helada en medio del baño.

Ossian se miraba en el espejo mientras se peinaba su pelo rubio, aunque ya lo tenía perfectamente echado hacia atrás, mientras que su mano libre sumergía la cabeza de Connor en el lavabo lleno de agua, ahogándolo en el proceso. Sus ojos azules me miraron a través del espejo con seriedad, sin embargo, no fui capaz de decir nada hasta pasados unos segundos.

Mis ojos se encontraron con los suyos en el reflejo, y la expresión fría y determinada en su rostro me hizo retroceder instintivamente. La escena ante mis ojos era surrealista, como si estuviera atrapada en una escena de una película.

—No quería interrumpir tu tranquilidad — dijo Ossian, como si ahogar a alguien en un lavabo fuera una actividad completamente normal.

—¿Qué haces aquí? — pregunté, intentando mantener la calma mientras el nerviosismo se apoderaba de mí por el tipo que lo acompañaba.

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