Capítulo 43

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Hacía bastante tiempo que no pisaba aquel tranquilo bar. Kerasiá era sin duda uno de mis sitios favoritos para pasar la tarde, pero en aquella ocasión, me sentía ansiosa y alerta a cualquier persona que entrara por la puerta. Me senté en la misma mesa donde solía sentarme siempre, dando la espalda al ventanal. Era algo inevitable que te vieran desde el exterior, ya que el bar estaba rodeado de ventanales en vez de paredes, incluida la puerta. La luz natural inundaba el lugar, pero no lograba calmar mi inquietud.

Varias personas se me acercaron, incluyendo dos camareros que me conocían desde hace años, preguntándome con preocupación si me encontraba bien. Intenté ocultar mi rostro con una gorra y el gorro de mi sudadera, pero fue imposible que el resto de la gente no se percatara de los hematomas y cortes en mi cara.

—¿Estás bien, Lux? — preguntó una de las camareras, su voz suave y llena de preocupación.

—Sí, estoy bien. Solo el accidente que ronda por televisión — intenté quitarle importancia, esbozando una sonrisa forzada.

Había llegado con media hora de anterioridad, quedándome sola en la mesa con un café que apenas había probado, ya que se me había cerrado el estómago por los nervios. Observaba el movimiento a mi alrededor, tratando de mantener la calma. La gente entraba y salía del bar, la mayoría absorta en sus propias conversaciones y preocupaciones, ajenos a la tormenta que se desataba dentro de mí.

El tiempo parecía alargarse interminablemente. Cada vez que la puerta se abría, mi corazón daba un vuelco, solo para calmarse un poco cuando veía que no era Ossian. Me obligué a tomar un sorbo de café, aunque el líquido tibio no lograba aliviar la tensión en mi cuerpo. Mis manos temblaban ligeramente, y me encontré jugueteando con la servilleta, doblándola y desdoblándola en un intento de distraerme.

Finalmente, la puerta se abrió y sentí un escalofrío recorrerme. Ossian entró con su habitual aire de confianza. Su mirada recorrió el bar hasta posarse en mí, y una sonrisa torcida apareció en su rostro. Se dirigió directamente hacia mi mesa, sus pasos firmes y decididos. Se sentó frente a mí con una tranquilidad y confianza que me hizo sentir molesta por no poder estar de la misma forma que él.

Sus ojos me observaron con seriedad, pero se quedó en completo silencio hasta que con un gesto de la mano, llamó a uno de los camareros cuando pasó por nuestro lado, pidiendo un whisky.

Ossian soltó una risa baja, un sonido que me puso los pelos de punta.

—Dudé durante un segundo, pensando que no te presentarías — dijo, inclinándose hacia adelante con una mirada penetrante —. Esto me indica que realmente estás muy desesperada, cosa que me complace y divierte a partes iguales.

El tono de su voz, cargado de una satisfacción casi sádica, hizo que me estremeciera.

—No estoy aquí para que te rías de mí, Ossian — respondí, esforzándome por mantener mi voz firme y neutral.

Ossian soltó una risa suave, pero sin rastro de humor. Su sonrisa era cruel, sus ojos brillaban con un destello de malevolencia.

—Oh, Presa — dijo, disfrutando del apelativo que me había impuesto —. No lo tomes conmigo. Te avisé que no te fueras con ellos, pero tú tomaste la decisión de hacerlo. Y mira cómo has acabado...

Sus palabras eran como un veneno, y la mezcla de verdad y burla en ellas me hacía hervir la sangre. Cada golpe, cada herida que Asher me había infligido, parecía revivirse con sus palabras. El café en mi taza se había enfriado, pero no me importaba. Mis manos estaban sudorosas y temblorosas, y traté de ocultar mi nerviosismo manteniéndolas bajo la mesa.

—Lo sé — admití, sintiendo la vulnerabilidad en mis palabras —. Tenías razón en todo.

Ossian mantuvo su mirada fija en mí, evaluando cada una de mis palabras. Sabía que estaba caminando por una cuerda floja, pero era un riesgo que tenía que tomar. Hubo un largo silencio mientras Ossian me observaba. Sentía como si pudiera ver a través de mí, evaluando cada uno de mis movimientos y palabras.

Mi PresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora