Mi Presa

Capítulo 21

—Asesinaron a tus vecinos. Se desató un caos en un restaurante local y tu exnovio, ese imbécil, está desaparecido, algo que sinceramente me importa un comino. Terminaste en el hospital, drogada y golpeada — su tono de voz aumentaba con cada detalle que exponía, provocando que soltara un suspiro de desesperación mientras me dejaba caer en mi sofá —. ¿Cómo estás, Lux? Todo bien, sin problemas. Y tenemos que enterarnos por las noticias en lugar de por nuestra propia hija. Cojonudo — rugió mi padre frente a mí, con los brazos cruzados y una mirada asesina clavada en mis ojos.

Mi padre, una figura imponente que emanaba autoridad y disciplina, era un hombre marcado por su pasado militar. Con su altura imponente y su corpulencia destacada, su presencia inmediatamente imponía respeto. Siempre vistiendo con botas negras militares que golpean el suelo con determinación, combinadas con vaqueros azul oscuros que se ajustan perfectamente a su figura robusta. Su elección de camisetas siempre era simple pero imponente: preferentemente negras, resaltando su estilo práctico y directo.

Su cabello, corto y negro, revela algunas canas que le otorgan un aire de sabiduría y experiencia. Sus ojos, profundos y oscuros, transmitían una intensidad que reflejaba su enfoque inquebrantable en todo lo que hacía. Algunos tatuajes adornaban sus manos y antebrazos, vestigios permanentes de su pasado militar, cada uno contando una historia que solo él conocía en su totalidad.

La personalidad de mi padre es tan fuerte como su presencia física. Su naturaleza estricta y disciplinada chocaba constantemente con la mía, ya que heredé de él esa misma determinación y terquedad. Cada discusión entre nosotros era como un choque de titanes, una lucha constante de voluntades fuertes. Aunque compartíamos la misma personalidad, nuestras similitudes nos llevaban a colisionar en un enfrentamiento constante.

Cuando discutimos, su mirada asesina y su tono autoritario intentaban doblegarme, pero siempre le aguanto la mirada. Un gesto que sé que le irrita profundamente, pero también es una muestra de mi propia firmeza y resistencia. A pesar de nuestras diferencias, hay un lazo indestructible entre nosotros, forjado en la comprensión mutua y en el amor que, aunque rara vez se exprese verbalmente, estaba presente en cada enfrentamiento y en cada gesto cargado de significado, ya que era sumamente sobreprotector conmigo.

—Por favor, evitemos discutir. Busquemos tranquilidad — como siempre, mi madre intentó entablar un diálogo para apaciguar nuestro conflicto.

Mi madre, en cambio, contrastaba con la imponente figura de mi padre, irradiaba una serenidad y calidez que envolvía todo a su alrededor. Su cabello castaño, ligeramente ondulado, enmarcaba su rostro con suavidad, y sus ojos grises reflejaban una comprensión profunda y una dulzura innata. Su estatura era más baja que la mía, pero su presencia era igual de notoria, aunque de una manera más suave y acogedora.

Vestía con un estilo llamativo pero cómodo, siempre eligiendo combinaciones que resaltaran su personalidad alegre. Unos pantalones vaqueros rojos, vibrantes y llenos de energía, se combinaban armoniosamente con un jersey beige, que aportaba un toque de calidez y ternura a su apariencia. Cada elección de ropa parecía reflejar su naturaleza amable y optimista.

La tranquilidad que emanaba mi madre se manifestaba en su voz suave y en sus gestos cuidadosos. Era una mujer comprensiva, siempre lista para ofrecer consuelo y apoyo. Sus abrazos eran reconfortantes, y su sonrisa, siempre presente, tenía el poder de iluminar incluso los días más oscuros.

A diferencia de la dinámica tensa que compartía con mi padre, mi relación con mi madre era un refugio de calma y entendimiento. En sus ojos grises encontraba un océano de paciencia y amor incondicional. Aunque sus características eran opuestas a las de mi padre, su presencia equilibraba la intensidad de nuestra familia, creando un hogar donde la fuerza y la ternura coexistían en armonía.