Capítulo 4

1K 121 9
                                    

Las botas con tacón no me dejaban correr con normalidad, lo que provocaba que tropezara cada poco tiempo mientras buscaba desesperadamente una salida. El sonido de las botas resonaba en medio del caos que nos rodeaba, y cada paso era una lucha para mantener el equilibrio en medio de la violencia desatada.

Escuchaba a la policía afuera, pero no entraban en el lugar, estaban a la espera de que el asesino saliera a negociar por los rehenes que ya no existían, porque estaban todos muertos. La situación era cada vez más desesperada, y mi única opción era encontrar una forma de escapar de este infierno por mi cuenta.

Me encerré en uno de los baños cuando logré perderlo de vista, quitándome los zapatos y calcetines para evitar tropezarme con ellos o resbalar. Odiaba la sensación de ir descalza, pero estaba tan asustada que mi cuerpo buscaba sobrevivir a toda costa.

Dentro del baño, me senté en el suelo frío y miré a mi alrededor, tratando de pensar en cómo escapar de allí. Había intentado salir por la puerta principal, pero estaba cerrada con llave, y las ventanas que había tratado de abrir para saltar estaban bloqueadas. Observé desesperadamente el baño, buscando algún conducto de ventilación o alguna otra salida, pero no encontré nada que me ofreciera una vía de escape. La sensación de atrapamiento se apoderó de mí mientras luchaba por encontrar una solución.

Escuché pasos en el pasillo, acercándose a mí lentamente. Cada paso resonaba en mis oídos con una cadencia aterradora, y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. El sonido de los pasos se acercaba inexorablemente, y yo sabía que el asesino no estaba lejos.

Continuó disparando en cada habitación, uno a uno, con un ritmo metódico y escalofriante. Cada disparo hacía que mi corazón latiera aún más rápido, y la espera se volvía insoportable. Hasta que, finalmente, escuché el gatillo en mi puerta, y el arma no se disparó. Se bloqueó de la misma manera que antes.

Había utilizado eso para encontrarme.

—Sal — dijo la voz del asesino al otro lado de la puerta, con un tono molesto y amenazante.

Me quedé en completo silencio, apoyada contra la pared, rezando en silencio para que se marchara. Sabía que la policía estaba afuera, y que él no tenía ninguna intención de huir. Estaba tranquilo, sin miedo a ser atrapado.

Solo hubo completo silencio, y mi corazón latía con fuerza mientras esperaba en la oscuridad, escondida en el rincón del baño. El tiempo parecía eterno, hasta que escuché un click que heló mi sangre. Vi cómo el pestillo de la puerta se giraba y, después, se abría la puerta. Entró con total calma y se posicionó frente a mí.

—Te encontré... — me percaté de su sonrisa siniestra aún sin verla por la tela que lo cubría.

Levantó el arma nuevamente y volvió a apuntarme a la cabeza. Sin embargo, una vez más, no pudo disparar. Su frustración era palpable, y su ira aumentaba a medida que la impotencia lo invadía. Finalmente, lanzó el arma descargada lejos de nosotros y apresó mi cuello con ambas manos, intentando asfixiarme.

En ese momento, el pánico me invadió mientras luchaba por respirar, y mis instintos de supervivencia se activaron. Intenté desesperadamente que me soltara, y ambos caímos al suelo, con él encima de mí, sin dejar de apretar con fuerza. En medio del forcejeo, lo pateé, arañé sus brazos a través de su fina camiseta y, en un intento por liberarme, sin darme cuenta subí una de sus mangas, revelando su brazo tatuado por completo.

Al ver los tatuajes en su brazo, reconocí uno en particular: un reloj roto en medio de tinta oscura que parecía un bosque, y que ocupaba una gran parte de su brazo junto a otros tatuajes. En medio del forcejeo, levanté aún más su manga al notar que no ejercía tanta presión en mi garganta. Fue entonces cuando me percaté de otros tatuajes en su brazo que me dejaron completamente helada al reconocerlos.

Mi PresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora