Capítulo 11

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Me encontré con los ojos fríos y azules de Ossian, sin saber si debía asentir o protestar ante su despiadado acto. Mientras Connor se retorcía en el suelo, intenté desentrañar la complejidad de la mente de Ossian, pero su expresión inmutable no revelaba ninguna emoción.

Asentí levemente, tratando de ocultar mi inquietud, y seguí a Ossian fuera del baño, dejando atrás el caos momentáneo que había creado. Regresamos a la mesa donde Elliot, Sam y Ellie aún esperaban, sus rostros reflejaban una mezcla de confusión y preocupación al notar nuestra ausencia prolongada.

—¿Todo bien? — preguntó Elliot, mirando alternativamente a Ossian y a mí.

—Un pequeño contratiempo en el baño. Nada importante — respondió Ossian con una calma que contrastaba con el acto que había dejado atrás.

Ossian, sin inmutarse, continuó con su cena como si nada hubiera pasado, pero su presencia imponente y sus ojos helados mantenían a raya cualquier intento de protesta o pregunta en la mesa.

La silla junto a Ossian seguía vacía, ya que me mantenía de pie, indecisa sobre cómo abordar la situación. Las miradas de los presentes alternaban entre Ossian y yo, como si esperaran una explicación que no estaba dispuesta a ofrecer.

—¿No vas a sentarte? — preguntó Ossian, su tono tranquilo resonando con una frialdad que me erizó la piel.

—No, si me disculpáis — dije con la voz algo ahogada por el nudo en mi garganta —...me quiero ir a casa, no me encuentro muy bien — comenté a modo de excusa. Mis palabras salieron titubeantes, pero la verdad era que me sentía mareada, como si el mundo girara a mi alrededor, y mis manos temblaban sin ningún control.

Ossian me observó con una expresión imperturbable, sus ojos fríos como el acero fijos en los míos. El silencio tenso entre nosotros parecía aumentar la presión en el local, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Me sentía incómoda bajo su mirada penetrante, pero mi deseo de alejarme de aquella persona que se encontraba tirada en el baño era más fuerte que cualquier otra cosa.

Saqué la cartera de mi bolso con manos temblorosas y dejé el suficiente dinero sobre la mesa como para cubrir la cena de Ossian y la mía. El tintineo de las monedas y el crujir de los billetes rompieron la quietud del lugar. Mientras colocaba el dinero, podía sentir la tensión en el aire, como una tormenta que se avecinaba.

Ossian, en vez de continuar con su cena, dejó caer con molestia los cubiertos sobre el plato. El sonido metálico resonó en la tranquilidad del restaurante, atrayendo las miradas curiosas de las mesas circundantes.

Incorporándose lentamente de su asiento, Ossian desplegó una presencia imponente que parecía llenar cada rincón del tranquilo restaurante. Cada movimiento suyo era calculado, como si estuviera marcando un territorio invisible con su sola presencia. Los ojos fríos como el acero sostenían una intensidad que no pasó desapercibida, como si estuviera midiendo cada respiración en la sala.

La tensión flotaba en el aire mientras Ossian se erguía, eclipsando el ambiente que antes era sereno. El silencio tenso se extendió, y el sonido distante de los murmullos de otras mesas parecía desvanecerse ante la presencia dominante de Ossian.

—Puedes quedarte si quieres, Ossian — ofreció Ellie amablemente desde su silla, tratando de aliviar la atmósfera densa que se había instalado.

Ossian mantuvo su mirada fija en mí, como si estuviera evaluando mi reacción ante su propuesta. El silencio persistió, creando una atmósfera cargada de expectación. Finalmente, después de unos instantes que parecieron eternos, tomó la decisión de acompañarme.

—Creo que es hora de irnos — dijo Ossian con calma, desviando su mirada de la mesa y posándola nuevamente sobre mí. Me miró expectante mientras me ponía el abrigo.

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