Capítulo 49

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Sentí un dolor insoportable irradiando desde mi nariz y a lo largo de todo el perfil izquierdo de mi rostro. Abrí los ojos, desorientada y confundida, al notar que apenas podía moverme. Me encontré en una posición incómoda, con Ossian sentado en una esquina del pequeño espacio en el que nos encontrábamos.

Ossian tenía las piernas flexionadas a cada lado de mi cuerpo, proporcionando una especie de refugio involuntario. Mi cabeza estaba apoyada contra su pecho, y su propia cabeza descansaba sobre la mía, creando una sensación de proximidad inusual y desconcertante. Su brazo fuerte rodeaba mi cintura con una firmeza protectora, mientras que su mano libre descansaba en su rodilla flexionada.

A través de la neblina de dolor y confusión, me di cuenta de que su respiración era pausada y regular. Se había quedado dormido en algún momento. La calma de su respiración contrastaba con la tormenta de emociones y el dolor que recorría mi cuerpo. Estar tan cerca de él, sentir su calor y el ritmo constante de su respiración, era a la vez reconfortante y perturbador.

Me costaba enfocar la vista, y el dolor agudo en mi nariz me recordaba el golpe brutal que había recibido. Cada respiración enviaba punzadas de dolor a través de mi rostro, pero me obligué a permanecer quieta, temiendo despertarlo y enfrentar su ira o su desprecio. En ese momento, cualquier movimiento parecía demasiado arriesgado. Observé su rostro relajado, libre de la habitual expresión de dureza y frialdad, y por un breve instante, se veía casi humano.

Cuando llevé una mano temblorosa a mi rostro, rozando con cuidado mi nariz, sentí cómo el cuerpo de Ossian se tensaba por completo. Sus ojos se abrieron de golpe y sus brazos se cerraron alrededor de mí con una fuerza protectora, antes de darse cuenta de que no había peligro inminente. Suspiró con cansancio y me observó atentamente mientras me soltaba, dejando caer ambos brazos sobre sus rodillas.

—Perdón, te he despertado... — murmuré, tocando levemente mi rostro y sintiendo una punzada de dolor con cada contacto.

—Es mejor que no te toques la cara — respondió con la voz ronca, agarrando mi mano y apartándola con suavidad —. Ese hijo de puta te fracturó la nariz y te partió el labio y el pómulo.

—Joder... — susurré, horrorizada, mientras el dolor al respirar se hacía más evidente.

—Recoloqué tu nariz cuando te saqué del coche, pero necesitarás que te lo mire un médico — explicó, sujetando mi mentón para examinar mi rostro con seriedad.

—¿Qué ha pasado mientras estaba inconsciente? — pregunté, curiosa y preocupada.

—Nos ha traído a una especie de almacén junto a un bosque — informó, soltando mi rostro para apoyar la cabeza contra la pared y cerrar los ojos —. Nos ha encerrado aquí y ha intentado llevarte con él cuatro veces, aprovechando que estaba medio dormido.

—¿Has podido dormir algo? — pregunté, preocupada por su bienestar.

—Unos quince minutos — murmuró, mirando el reloj de su muñeca antes de volver a apoyar la cabeza en la pared.

El espacio en el que nos encontrábamos era lúgubre, apenas iluminado por una pequeña ventana en lo alto de una pared. El sonido del viento y los ocasionales gritos de algún ave eran los únicos indicios de que estábamos cerca del exterior. La brisa nocturna se colaba por alguna rendija, aportando un olor húmedo que se mezclaba con el aroma metálico de la sangre seca.

Me sentí abrumada por la situación. Estábamos atrapados, heridos y a merced de Asher. Sin embargo, la presencia de Ossian, por contradictoria que fuera, me ofrecía una pequeña chispa de esperanza. Observé su perfil relajado y, por un momento, me pregunté qué pasaría cuando finalmente nos enfrentáramos a Asher.

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