El trayecto hasta mi departamento fue largo y tenso. No nos cruzamos nuevamente con esas personas, pero recibí varias llamadas de Edgar y Carlo mientras íbamos camino a mi casa. A Ossian claramente no le agradó que les informara de nuestra ubicación y destino, lo que desencadenó una discusión cuando me arrebató el móvil y cortó la llamada con enfado.
Después del altercado con Ossian por haber informado a Edgar y Carlo sobre nuestra ubicación, el ambiente se volvió aún más tenso. Caminamos en silencio por las calles, cada uno inmerso en sus propios pensamientos y emociones. A pesar del cansancio y el estrés, no podíamos permitirnos bajar la guardia, sabiendo que estábamos en una situación de peligro inminente.
El bullicio de la ciudad nos rodeaba mientras avanzábamos, pero el ruido de los autos y las conversaciones a nuestro alrededor apenas lograba disipar la tensión que se había acumulado entre nosotros. Ossian caminaba a mi lado, su rostro impasible, pero podía sentir la furia y la frustración que emanaban de él en oleadas palpables.
Intenté romper el hielo varias veces, pero cada intento fue recibido con un silencio incómodo por parte de Ossian. Era evidente que el incidente con las llamadas había desencadenado algo más profundo en él, algo que prefería no expresar en palabras.
Finalmente, llegamos a mi departamento. Ossian se detuvo frente a mi puerta, mirándola como si fuera la última barrera entre nosotros y el peligro. Sus ojos reflejaban determinación y alerta, como si estuviera preparado para cualquier eventualidad.
Sin decir una palabra, saqué las llaves, pero antes de que pudiera insertarlas en la cerradura, Ossian me tapó la boca con una de sus manos, mientras que la otra se aferraba a mi brazo para evitar que abriera la puerta. Me sorprendió su acción, y aunque intenté protestar, su firme agarre me dejó sin aliento. Me arrastró unos pasos hacia atrás, alejándome de la puerta, y nos guió hacia un lateral, con Ossian apoyando su espalda en la pared y la mía en su pecho.
—Hay varias personas en tu casa — susurró, sin despegar su mirada azul de la puerta.
—¿Cómo lo sabes? — dije, sintiendo la urgencia de entender la situación, mientras apartaba lentamente su mano de mi boca.
—Por el felpudo. Está demasiado alejado de la puerta — explicó, señalándolo con la mirada.
—Tal vez lo movimos cuando me llevaron a comisaría — intenté justificar la discrepancia.
—No, porque antes de que me llamaras, pasé por tu casa y lo coloqué. Hay cinta debajo del felpudo, para saber cuándo entra o sale alguien de tu casa. Resbala levemente cuando alguien pisa sobre él — explicó con seriedad —. Hay más de tres personas en tu casa.
Permanecimos en silencio unos instantes, absorbiendo la gravedad de la situación. Las palabras de Ossian resonaban en mi mente, mientras mi corazón latía con fuerza, presionando contra mi pecho. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, una advertencia interna que me advertía de aquella explicación.
—¿Has estado controlando cuándo salgo de casa y cuándo entro con eso? — pregunté, mi voz apenas un susurro cargado de ansiedad.
—No es momento para hablar de eso, Presa — zanjó el tema, dándome a entender que debíamos arreglar este problema primero.
El susurro de su respuesta se perdió en el aire tenso que nos rodeaba. Aunque quería insistir en el tema, la urgencia de la situación actual era innegable. Con un gesto de asentimiento, acepté temporalmente dejar de lado mis preocupaciones sobre la invasión de privacidad.
Con cautela, nos deslizamos por el pasillo, evitando hacer ruido que pudiera alertar a quienes estaban dentro de mi departamento. Cada sombra, cada sonido, parecía una amenaza potencial. Ossian estaba alerta, sus sentidos agudizados por la adrenalina que fluía en el aire. Nos movíamos con determinación pero también con sigilo, conscientes de que cualquier paso en falso podría poner en peligro nuestras vidas.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...