*Hoy es mi cumpleaños, asi que os dejo un regalito por aqui*
Ossian y yo nos encontramos rodeados por miradas curiosas y murmuraciones apenas disimuladas. Las miradas de los transeúntes se clavaban en nosotros, algunos con preocupación, otros con morbo. Susurraban entre ellos, tratando de adivinar el drama que se desarrollaba ante sus ojos. La sensación de ser observada era casi asfixiante, una presión invisible que se cernía sobre mí.
Ossian, por su parte, parecía disfrutar de la atención. Su postura era relajada, casi arrogante, con una sonrisa que no desaparecía de su rostro. Sus ojos azules destellaban con una mezcla de diversión y desafío. La gente pasaba junto a nosotros, lanzándonos miradas furtivas, intentando captar algún fragmento de la conversación que habíamos tenido con los policías.
—Parece que somos el centro de atención — comentó Ossian, su tono ligero y despreocupado, como si toda la situación fuera un espectáculo montado para su entretenimiento.
Asentí, sintiendo cómo la incomodidad se intensificaba con cada segundo que pasaba.
—No podemos quedarnos aquí. Necesitamos encontrar un lugar más discreto para hablar — dije, mi voz apenas un susurro.
Ossian asintió, su mirada recorriendo la calle antes de posarse de nuevo en mí.
—De acuerdo, Presa. Movámonos — dijo, comenzando a caminar con paso seguro.
Lo seguí, manteniéndome cerca mientras nos alejábamos de las miradas inquisitivas. La calle estaba llena de vida, con el bullicio de la ciudad envolviéndonos. A medida que nos alejábamos del bar, las miradas se desvanecían, y la sensación de ser observada disminuía gradualmente.
Ossian nos condujo por un laberinto de calles secundarias, alejándonos de las zonas más concurridas. Finalmente, nos detuvimos frente a una pequeña tienda casi oculta entre dos edificios. Las luces tenues y la música suave que se filtraba desde el interior creaban una atmósfera acogedora y discreta.
—Entremos un rato, a ver si se disuelve toda esa gente — dijo, empujando la puerta de la librería y haciéndome un gesto para que entrara primero.
Asentí y entré, sintiendo inmediatamente el cambio de ambiente. El interior era cálido y acogedor, con librerías de madera oscura y sofás de cuero desgastado. Los pocos clientes que había en el lugar estaban absortos en sus propias conversaciones, ajenos a nuestra presencia.
Ossian se dejó caer en uno de los sofás con un suspiro cansado, el cuero desgastado crujió bajo su peso. Mientras él se acomodaba, yo recorría la librería, permitiéndome un momento de distracción. Los estantes estaban llenos de libros que, a primera vista, parecían antigüedades, pero al examinarlos más de cerca, me di cuenta de que había muchos títulos actuales a precios sorprendentemente bajos. Me sorprendió no haber conocido este sitio antes, a pesar de mis numerosas búsquedas de rincones literarios escondidos en la ciudad.
Tomé un libro cuya portada me resultaba familiar. Al ver que era uno de mis propios libros, una oleada de nostalgia me golpeó, pero lo dejé rápidamente en su lugar y opté por otro que mostraba a dos patinadores de hielo en la portada. Curiosa, leí la reseña en la parte de atrás.
—¿Ya estás con los cuentos de hadas? — murmuró Ossian en mi oído, habiéndose posicionado detrás mío con su habitual sigilo. No me sobresalté ni me alteré, acostumbrada a sus repentinas apariciones. Seguí leyendo la reseña del libro, intrigada por la historia, hasta que lo dejé en su sitio y tomé otro libro.
—¿No te ha convencido ese príncipe azul? — dijo con una sonrisa de diversión, siguiéndome de cerca mientras yo examinaba el siguiente libro.
—Sabes que los libros no solo tratan de princesas y príncipes que las rescatan, ¿verdad? — respondí con una ligera risa, observando cómo arqueaba una ceja, claramente confundido por mi comentario.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...