El sonido del timbre logró sacarme de mis pensamientos, interrumpiendo el flujo de ideas que se desbordaban en mi mente mientras trabajaba en el ordenador. Me levanté con cierta desgana y salí de mi habitación, pero una extraña sensación me hizo detenerme. Retrocedí y cerré la puerta de mi habitación, un gesto automático de autoprotección que no podía explicar. Con la puerta asegurada, volví a encaminarme hacia la entrada principal, donde el timbre volvió a sonar, esta vez con una insistencia que delataba la impaciencia de quien se encontraba al otro lado.
Abrí la puerta sin muchos ánimos, apenas preparada para lidiar con quien fuera que estuviera allí. Lo primero que vi fue un pequeño ramo de rosas, lo cual me sorprendió y descolocó. Antes de que pudiera procesar la presencia del ramo o reaccionar ante el sujeto que lo sostenía, este se abalanzó sobre mí con una rapidez y fuerza inesperadas. Sus manos se cerraron alrededor de mi cuello, apretando con una brutalidad que me hizo retroceder, tambaleándome hacia el interior de mi apartamento.
El asalto fue tan repentino que no tuve tiempo de gritar o defenderme. Me empujó con una determinación fría y calculada, cerrando la puerta de un golpe mientras me arrastraba hacia adentro. Su agarre en mi cuello se hizo más firme, cortándome la respiración y llenándome de pánico.
El ramo de rosas cayó al suelo, sus pétalos esparciéndose por el pasillo en un contraste irónico y casi poético con la violencia del momento. Mis pensamientos se volvieron confusos, un torrente de miedo y frustración mezclado con la urgente necesidad de sobrevivir.
—Llevas tres meses dándome largas sobre Ossian, Parsons — la voz de Asher sonó casi ahogada por la rabia contenida, una amenaza latente en cada palabra.
—Desapareció de mi vida — repliqué con desprecio, mi tono gélido mientras forcejeaba para soltarme de su agarre férreo. Sentía la presión de sus dedos como un recordatorio constante de que podía acabar con mi vida en cualquier momento.
Me obligó a retroceder, guiándome sin consideración hacia el salón. Cada paso que daba, la furia y frustración en sus ojos se hacían más evidentes. Suspiré con exasperación al llegar al salón, tratando de mantener la compostura a pesar del miedo que empezaba a filtrarse en mi interior.
—¿Cómo quieres que te diga dónde está si no lo sé? — insistí, mis palabras cargadas de una mezcla de verdad y desafío. Intenté apartar su mano de mi cuello, pero su agarre era implacable.
—¿De verdad esperas que te crea? — espetó, acercándose aún más, su rostro a pocos centímetros del mío. Podía sentir su aliento caliente en mi piel, el odio y la desesperación latiendo en el aire entre nosotros.
—Sí, no te queda otra que creerme — respondí con firmeza, aunque mi voz sonaba algo divertida por la situación. Intenté girar mi cuerpo para liberarme, pero él me retuvo, forzándome a mantener la mirada fija en sus ojos verdes, que brillaban con una intensidad casi inhumana.
—No puede simplemente desaparecer de la faz de la tierra después de secuestrarte sin un motivo aparente — dijo, su voz ahora era un susurro peligroso —. ¿Qué estás ocultando, Parsons? — me empujó hacia el sofá, y caí pesadamente sobre los cojines.
—Nada — respondí, recuperando el equilibrio y levantándome rápidamente, tratando de no mostrar cobardía ante él —. No sé dónde está. Desapareció y no dejó rastro.
—¿Y por qué debería creerte? — Asher cruzó los brazos, su mirada sin apartarse de la mía, evaluándome, buscando algún indicio de mentira.
—Porque no tengo nada que ganar ocultándotelo — contesté con un suspiro, mis hombros cayendo ligeramente en un gesto de derrota —. Si supiera dónde está, te lo diría.

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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...