Tras dedicar aproximadamente una hora a compartir información relevante para su investigación, los agentes me escoltaron hasta mi casa, acompañándome hasta la puerta de mi departamento. Al girar la llave y abrir la puerta, un trueno distante resonó en el horizonte, lo que me hizo detenerme abruptamente en el umbral de la entrada.
—Mierda... — murmuré, llamando la atención de los policías.
—¿Qué sucede? — preguntó uno de los policías, mirando a su alrededor como si esperara encontrar la causa de mi reacción.
—¿Podríais llevarme al hospital? — solicité, revelando mi preocupación mientras observaba el cielo amenazador que se cernía sobre nosotros, presagiando una tormenta inminente.
—El hospital no permite visitas ha esta hora — informó el más joven —. Si estas preocupada porque...
—Me permitirán entrar — dije con seguridad, provocando que intercambiaran unas miradas de seriedad antes de volver su atención a mí y asentir conformes —. Voy a cambiarme de ropa.
Los policías asintieron y me esperaron fuera mientras entraba a mi departamento. Rápidamente, me deshice del incómodo vestido que llevaba, optando por ropa más cómoda. Mientras me cambiaba, mi mente estaba llena de pensamientos tumultuosos sobre todo lo que había sucedido esa noche.
Salí con un atuendo más práctico y encontré a los policías conversando en voz baja. Nos dirigimos al coche patrulla, y durante el trayecto, el cielo se oscureció aún más, anunciando la proximidad de la tormenta. La lluvia comenzó a caer cuando llegamos al hospital.
Al ingresar rápidamente, fui escoltada hasta la habitación donde atendían a Ossian. Al preguntar en recepción, una mujer me guió rápidamente hasta la habitación, sorprendiendo a Carlo y Edgar, a quienes, finalmente, pregunté el nombre de camino al hospital.
La enfermera que me guió explicó la situación mientras caminábamos por los pasillos del hospital.
—Lo sedamos en la ambulancia, pero parece que no le hace efecto. Ha agredido a dos médicos y tres enfermeras desde entonces — dijo la mujer con dificultad, tratando de mantener el paso rápido —. No podemos controlarlo, y necesitamos encontrar una solución antes de que la situación empeore.
Finalmente, llegamos a la puerta, donde se escuchaban voces procedentes del interior. Al abrir la puerta corredera, me encontré con Ossian de pie en medio de la habitación, acorralando a dos enfermeras al borde de las lágrimas. La habitación estaba en completo caos, al igual que el rubio, quien se resistía a recibir atención y aún llevaba la pierna ensangrentada, junto a un rostro marcado por la furia y la sangre.
Rápidamente, los policías intervinieron para calmar la situación, aunque Ossian se resistía con firmeza a cualquier intento de recibir ayuda médica. Una enfermera, evidentemente nerviosa, nos explicó la difícil situación.
—Hemos intentado sedarlo nuevamente, pero parece tener una resistencia inusual. Además, se ha negado a recibir tratamiento y ha agredido al personal que ha intentado acercarse — repitió la señora con nerviosismo.
Las enfermeras huyeron de la habitación, dejando a Carlo y Edgar actuando como podían, pero cuando Ossian se percató de mi presencia, se zafó de ellos y se encaminó hacia mí, paralizándome por completo en mi lugar. Mis ojos no pudieron despegarse de su rostro ensangrentado y sus ojos azules dilatados por el sedante que no le hacía efecto.
Cuando rompió el espacio que nos separaba, me agarró del cuello con una fuerza que me hizo retroceder hasta quedar contra una de las paredes blancas de la habitación. Sentí cómo su mano se cerraba en mi cuello con más fuerza de lo habitual, lo que me asustó, aunque no llegaba a asfixiarme por completo. La intensidad de sus ojos se encontraba perdida entre la furia y la confusión, como si estuviera luchando contra algo que lo consumía desde adentro.
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Mi Presa
Teen FictionLux, una escritora de thrillers, ve su creación, el aterrador asesino Ossian Darkbourn, cobrar vida. Obsesionado con ella, Ossian se convierte en su peor pesadilla. Lux debe enfrentarse a su propia invención en un emocionante juego de ingenio y supe...