part 6

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— Vamos a divertirnos —comenta Chelsea, sonriendo de lado, de forma peligrosa— Es tu cumpleaños y vengo para unos días, hay que aprovechar.

Lucy sonríe, levantando ambos brazos en el aire a modo de celebración. Es lo que quería, olvidar toda su situación con Tom.

Era increíble pensar que solo había pasado una semana escasa desde que habían empezado a convivir juntos y habían pasado tantas cosas. Era estremecedor, ya que no podía olvidar que era el marido de su madre.

Era la fruta prohibida.

Pero ya se sabe el dicho; cuanto más se prohíba algo, más se quiere.

Pues eso sentía Lucy.

Chelsea conducía el vehículo con agilidad, llevándolas directamente a un club bastante reconocido en la ciudad. La cola para entrar podía dar la vuelta al edificio perfectamente, lo cual supuso una decepción para la rubia.

— Cariño, para mí no existe la espera —carcajeaba Chelsea con aires de superioridad. Cogió la mano de Lucy y la arrastró hasta la entrada, donde se enfrentaron al seguridad.

Este las miraba con una ceja elevada, cruzado de brazos. Sin decir nada, señala la larga cola a su derecha, indicándoles que debían esperar su turno. Chelsea sonríe dulcemente, sacando de su bolso un fajo de billetes enrollados en una goma elástica. Lucy eleva ambas cejas, ¿quién llevaba eso en su bolso?

El seguridad tarda unos segundos en reaccionar pero finalmente se hace a un lado, dejándolas pasar. Ambas lanzan gritos de emoción al ver que había funcionado y bajan las escaleras hasta llegar a la gran pista de baile con una extensa barra en el lado derecho.

— Copas, ya —grita Chelsea, arrastrando de nuevo a la rubia de lado a lado hasta llegar a la barra.

Parecía que no había pasado el tiempo para ambas. Habían logrado ponerse al día en el camino, pero ni de lejos habían profundizado cómo debían. Sin embargo, daba igual. Divertirse juntas era todo lo que necesitaban para actualizar la amistad.

— Hola guapas, ¿qué vais a tomar? —preguntaba el alto y guapo camarero, mirándolas como si fuesen caramelos en una tienda.

— Chupitos de vodka —responden al unísono. Ambas ríen. Ninguna había olvidado como era salir juntas.

Un chupito. Dos chupitos. Tres chupitos.

Bailaban como si no hubiese un mañana. Solas, juntas y con diferentes chicos. Muchos muy guapos, pero Lucy solo podía pensar en Tom.

Tom. Tom. Tom.

Necesitaba más chupitos hasta dejar de pensar.

Un cuarto chupito, el más cargado hasta el momento. Su garganta y estómago ardían, pero solo podía reír por la sensación de adrenalina.

Bailaba rodeada de chicos. Bajaba con las caderas hasta el suelo y volvía a subir, contoneando sus curvas de lado a lado, deleitando al público con las vistas. Muchos la vitoreaban, disfrutando.

Una hora después, apenas podía sostenerse en pie. Chelsea reía descontrolada al ver a su amiga en aquel estado. Estaban en uno de los reservados, sosteniendo una copa de champán. Abajo, la pista.

— Necesito irme —susurra Lucy. Nadie pudo oírla debido a la música— ¡Quiero irme, Chelsea!

— ¿Ya? ¡Es temprano! —gritaba su amiga, mirando la hora en la pantalla de su teléfono.

— ¡No me encuentro bien! —exclama Lucy de nuevo, agarrando su estómago y su cabeza con la otra mano.

— Lo que tienes que hacer es seguir bebiendo —carcajeaba Chelsea, dándole otra copa rellena de bebida— Vamos, tonta.

STEPFATHER  (TOM KAULITZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora